LA HABITACIÓN TENEBROSA

La habitación tenebrosa

 — Ana Caliyuri — Eduardo Poggi —Rolando José Di Lorenzo

La colección de Alfredo del Amazonia ocupaba una habitación destinada exclusivamente a trofeos, tótems y armas traídas de las márgenes del río Amazonas. Una cabeza reducida, robada a los shuar durante su estadía en Manaos, ocupaba el segundo lugar de importancia. El primero pertenecía a la cerbatana que, lejos de disparar dardos con curare, lanzaba lombriae rictus expandis, una especie de arpón que penetraba la carne y se expandía inundando el torrente sanguíneo y causando una muerte cruel y dolorosa.
Marta, la encargada de la limpieza, evitaba entrar ahí. 
Una tarde, Alfredo, se dispuso a admirar los trofeos. Luego de unos minutos, una mueca de disgusto se dibujó en su rostro: las piezas estaban cubiertas de polvo.
— ¡Marta, esta habitación es parte de la casa!—gritó a escasos centímetros del rostro de la empleada.
Ella, se calzó unos guantes de látex, tomó una franela y arrastrando los pies se dirigió hacia donde estaba la cabeza reducida. Cerró los ojos fuertemente y cuando la tomaba para limpiarla, la misma dio un salto y cayó al lado de la cerbatana y como si tuviese brazos se la acercó a la boca al tiempo que gritaba
—Años hace que espero esto
—Perdón, yo solo limpio, Alfredo es el responsable de que estés aquí— Se dio vuelta para señalarlo y lo vio retorciéndose de dolor, con el dardo clavado en el ojo.
—Vos me devolviste la vida y pude vengarme. Y volvió a dormirse

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