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Mostrando las entradas de 2015
EL POSTER DEL TÍO FELIPE - Microrelato editado en antología Historias de Vida-
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El tío Felipe, tenía su historia, que más que llevarla, la arrastraba por la vida. Era hermano mayor del padre de Carlitos, que casi nunca hablaba de él. Se reunía poco con la familia, solo en las fiestas clásicas de fin de año, o en algún cumpleaños. Era un tipo buenísimo y sobre todo con el gordo, que tenía muy buenos recuerdos de cuando era chico. Siempre le hacía los mejores regalos. No podía olvidar, aquel día que le trajo el camión con acoplado, que aún conservaba como adorno, en una repisa de su dormitorio, junto a otros juguetes queridos. Había escuchado muchas veces comentarios familiares, que secretamente, hablaban de alguna actividad, o forma de vida “rara”, que tenía Felipe. Luego con el paso del tiempo, fue descubriendo el misterio: tenía un tío gay. Habiendo sido éste, quizá el mayor secreto de familia, al que, por lo menos hasta esa época, había tenido acceso. F...
DANCE HELEN...DANCE - Rolando José Di Lorenzo
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Fue hace mucho y muy lejos. Él no sabía nada de su idioma, tampoco ella del suyo. Pero se vieron y se miraron largamente, hipnotizados. Cuando comenzó la música, caminó hacia ella, no dejaban de mirarse; él le tendió la mano, ella se levantó y con toda su gracia haciendo giros con su dedo índice preguntó: — ¿Dance?— Él la miró embelesado y solo atinó a contestarle tomándola de la cintura y así comenzaron a girar y bailaron como los ángeles, si es que ellos bailan y todos los miraban. —Helen—dijo ella señalándose —José—contestó él y siguieron bailando y la felicidad embargó a todos, estallaban los colores y los sonidos y ellos y la gente se unieron en un momento mágico y fue bueno. Esta tarde, José agobiado por un día pleno de dolores y tristeza, escuchó de pronto la música, ¡sí!…aquella música de muchos de años, se puso lentamente de pié buscó un lugar con la mirada y murmuro: — ¡Dance Helen…Dance!… Muy lejos de allí, la mujer en sala rodeada de otr...
OTRA OPORTUNIDAD Fragmento del relato que integra EL COLOR DE LA SANGRE Mi segundo libro
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—Yo le hubiera dado otra oportunidad —dijo seriamente Diego. —¿Otra más? Le di como cuatro, no las quiso aprovechar —respondió José enojado, mostrando los cuatro dedos de la mano derecha y siguió— no me dijo nada, ni una palabra, no me aclaró ninguna situación y lo esperé dos horas. —¿Y luego cayó solo desde el piso 25? José… ¿Se cayó por accidente? ¡Qué le pasó de golpe! ¿Quiso aprender a volar? —Diego decía esto sin gracia alguna, no eran bromas y el otro se daba cuenta, tenía que seguir con su defensa. —Sí, se cayó solo, estaba borracho y apoyado en la baranda. Yo ni loco me acerco a una baranda a esa altura, sabés que sufro de vértigo. —siguió enérgicamente explicando la situación José. El otro lo miraba fijamente a los ojos, pero estaba pensando en encontrar una solución al problema y no en culparlo por lo sucedido. —Está bien, José, listo, olvidemos el tema, lo hecho, hecho está —dijo entonces Diego con tono tranquilizador— Busquemos cómo arreglar las cosas, s...
MATAR LAS PALOMAS- Fragmento del relato publicado en EL COLOR DE LA SANGRE - mi segundo libro
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—Mamá no soportaba el canto de las palomas, o mejor dicho odiaba su canto…ese lúgubre cu cuu, cu cuu —dijo Javier, con la voz quebrada y mirando hacia abajo, donde solo estaba la tabla de la mesa vacía. —¿Sabés porque le pasaba eso? —continuó con sus preguntas Mario. —No, quizá fuese porque le traía recuerdos amargos, o porque le presagiaban momentos peores —el joven contestaba hablando sin ningún énfasis, sin ritmo y sin entonación; era como una maquina parlante. Pero siguió con su relato: —Cuando tenía diez años recién maté mi primera paloma, cuando se lo conté a mamá, sentí mucho miedo a su reto o castigo, pero no me dijo nada, pensé que le complacía —siguió mirando la mesa, que dejaba ver entre las ranuras y grietas viejas de la madera, la mugre acumulada por años —pero no la hice feliz, a ella nada la hacía feliz y eso me hacía sufrir mucho. —Seguramente ella necesitaba de algo más que una paloma muerta para ser feliz —Le comentó Mario— ¿No crees que fuese así? —Sí...
FERIA DEL LIBRO Y DE LAS ARTES NECOCHEA
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Miguel Vitagliano nació en 1961, en Floresta, Buenos Aires. Es profesor de Teoría Literaria en la Universidad de Bueno Aires. Su obra para radio Luna de frontera recibió en 1993 el primer premio en el Concurso Nacional de Obras Radiofónica, organizado por el Instituto Goethe y Radio Clásica, entre otras instituciones. Ha publicado los ensayos La novela extraña de Sicardi (1996), Lecturas críticas sobre la narrativa argentina (1997) y, en coautoría, El terror y la gloria. La vida, el fútbol y la política en la Argentina del Mundial 78 (1998); también las novelas Posdata para las flores (1991), el niño perro (1993), Los ojos así (Tusquets editores, 1996) y Cielo suelto (tusquets editores, 1998). Por su novela los ojos así recibió en la ciudad de Berlín el Anna-Seghers-Preis 1996, premio con el que se distingue anualmente la obra de un escritor latinoamericano. El jueves 17 este autor nos va a estar acompañando en la Feria. No te lo pierdas.
Google le da la extremaunción al Flash
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Google le da la extremaunción al Flash A partir de mañana el navegador Chrome dejará de usar Flash en casi todas las instancias en las que se encuentre con contenido de este tipo en una página Web, salvo que lo que está en Flash sea vital para la carga de un sitio, según informó Google , cumpliendo con lo que había adelantado a principios de junio . A diferencia de otros browsers, Chrome cuenta con una versión de Flash incorporada dentro del navegador.Así, la compañía promoverá -como otros desarrolladores de navegadores- el uso de HTML5, por ser más eficiente en el uso de los recursos de la computadora y por ser más seguro, tanto por los problemas de seguridad de la plataforma en sí como por el uso de falsos alertas que recomiendan actualizarlo y son, en realidad, código malicioso.El impacto se notará, sobre todo, en avisos y videos; de hecho, YouTube (propiedad de Google) abandonó hace tiempo su versión en Flash (lo que trajo algunos problemas a los usuarios de los primeros Smart TV)...
Recordando la muerte de JOHN FORD. Algunas de sus peliculas
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327—El pianista—Rolando José Di Lorenzo
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Entonces; en esos momentos especiales, él se sentaba al piano y ejecutaba una música que ninguno de nosotros conocía, seguramente que nadie hubiese escuchado nunca, pero sonaba bien. Las notas se engarzaban unas a otras y todas con el ambiente, los colores, los sentimientos y esos extraños sonidos nos embargaban y todo era mejor, nos sentíamos bien. Lo veíamos elegante, su posición ante el instrumento era esplendida. Alejaba e l taburete y sus largos brazos llevaban sus agiles manos ante el teclado y las depositaban en él con delicadeza. Su espalda algo inclinada hacia adelante, los pies en los pedales, para lo cual debía extender el ángulo de sus piernas, hasta una posición que hubiera sido imposible en otra persona. Levantaba la cabeza y su mirada pasaba por sobre el piano y se iba lejos…muy lejos, como si estuviera leyendo una partitura en otro lugar, en otro tiempo y comenzaba la música. No es que quisiéramos que ese momento llegara, solo ocurría, de pron...
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Bifurcación El sendero se bifurcaba allí Donde sus citas se repitieron Donde los besos cayeron de las hojas Y abrazaron el tronco cubriéndolo El sendero se bifurcaba allí Donde las promesas flotaron en la brisa En el lugar de los abrazos frenéticos De la entrega de uno en otro. El sendero se bifurcaba allí Y lo imposible al fin fue posible Y uno por cada lado, siguieron La bifurcación del sendero. Rolando José Di Lorenzo
LOS FANTASMAS DEL “ARTEMIO GAMBETTA”—Rolando José Di Lorenzo
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Los fantasmas se levantaban desde el césped y comenzaban una danza extraña, corrían de aquí para allá, saltaban, se arrojaban al piso y todos parecían perseguir algo invisible a los ojos aterrorizados del pobre canchero. Esa noche, don Pedro no pudo dormir, estuvo a punto de huir de la habitación que ocupaba bajo la tribuna de cemento del Artemio Gambetta, cancha del “Pelotazo futbol club” pero desafiando a sus temores se quedó para cumplir con su responsabilidad. A la mañana siguiente, con el recuerdo de la terrorífica noche, lo fue a ver al sacerdote del pueblo, nadie mejor que él para entenderlo. El párroco no daba crédito a sus oídos, pero conocía bien a don Pedro; algo había visto el hombre y lo acompañaría en la extraña situación. Esa misma noche, juntos caminaron ocultos por alambrados y gradas, hasta el lugar donde el hombre había visto a los fantasmas. Al rato de estar allí y exactamente a la media noche aparecieron. De nuevo con su extraña danza, solo que ahora co...
— La Noche del Temporal—Rolando José Di Lorenzo.
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Sabino subía la escalera de su vieja calle; que lo llevaría a la avenida, como si no le importara la cantidad de escalones que había superado ni los que le faltaban para llegar. Estaba inmerso en sus pensamientos, no veía lo que pasaba a su alrededor, ni lo que había andado desde que había salido de su casa. Estaba atormentado por los recuerdos y horrorizado por sus presentimientos. Llegó por fin a la avenida arbolada sacudida por el viento, sin darse cuenta pisaba con fuerza, salpicando el agua acumulada por las lluvias recientes. El cigarrillo que colgaba de sus labios estaba apagado y se movía al ritmo de sus pasos. Sentía mucho frio, las solapas del impermeable levantadas, no alcanzaban para proteger su cuello del viento helado y húmedo. Pero tenía que seguir andando, no faltaba mucho, terminaría de recorrer la avenida y luego seguían las oscuras y fatales cinco últimas cuadras a la derecha, que estarían llenas de barro y pastos mojados. Se cruzó con otros que andaban com...
LA DUDA --- Rolando José Di Lorenzo
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No le diría nada a nadie, había llegado a esa conclusión cansado de tantos consejos inútiles. Se iría de allí para siempre. No lo verían más, total nunca lo valoraron. No les debía nada. No les brindaría el espectáculo de un enojo o un portazo, no lo merecían. Cargaría sus pocas cosas y a recorrer los caminos del mundo, olvidándose de su pasado; que por suerte era tan corto que no le costaría mucho hacerlo desaparecer. Mientras juntaba su ropa y la metía en el bolso, Carlos pensaba en esas cosas y muchas más, porque también trataba de imaginar su futuro y ese era su gran problema, su gigantesco problema. No estaba seguro de nada, ni siquiera de su capacidad— ¿No sería verdad, eso de que no era bueno para nada?-— Tantas veces se lo habían dicho, que había ido haciéndose carne en él— ¿Y si realmente no se diera maña para nada?—Volvió a decirse. Carlos dejó un momento de acomodar la ropa en el bolso y se sentó en la cama, mirando las paredes ...
EL ILUCIONISTA — Rolando José Di Lorenzo
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El mago Xantón agitó el pañuelo rojo, sacudió la pequeña mesa gritando palabras extrañas y cuando descorrió el velo, vio con ojos desorbitados que nada había sucedido, pero la gente aplaudió igual, habían ido para ser engañados. El público pedía a gritos la repetición y pedían más y más, el los miró incrédulo, sacó de nuevo su pañuelo rojo, lo volvió a sacudir repetidas veces, lo dejó caer y tampoco el pajarito apareció en su mano. Entonces la gente se rompió las manos aplaudiendo. Seguían viendo lo que querían ver. Pensó entonces en hacer su último intento, tomó una tela mucho más grande; también roja, dijo cosas, hizo ademanes y se cubrió con ella por completo y cuando se descubrió, ya no estaba, aunque igual podía escuchar a su público que gritaba y aplaudía a rabiar. Había realizado un acto por fin, quizá su único y último acto.
DISPAROS — Rolando José Di Lorenzo
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Cuando Alejo comenzó a caminar hacia el auto, un hombre lo seguía desde la ventana del edificio, paso a paso. A través de la mira telescópica, lo veía en detalle; su expresión cínica y desagradable ocupaba todo el visor. No podía aguantar el deseo de apretar el gatillo, las gotas de sudor que corrían desde su frente caían en su mano y sobre todo en el índice, que se afirmaba cada vez más sobre el percutor. Alejo, se detuvo un momento y miró hacia el edificio que tenía a su derecha, no sabía porque, pero lo hizo y sintió un escalofrió que le recorrió su espalda. Se preocupó y en su cabeza sonó la alarma, no estaba seguro de nada, pero algo estaba mal. Se lanzó hacia la puerta del vehículo haciendo un zigzag incomprensible para los que estaban a su alrededor. Lo miraron como si vieran a un poseído, pero fue por poco tiempo, el guardaespaldas más cercano cayo atravesado por el primer proyectil, lo mismo sucedió con el que estaba del lado izquierdo de Alejo. Es...
TRUENO — Rolando José Di Lorenzo
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La calle, la noche, el frió, el viento, nada le hacía mella, solo faltaba la lluvia. Caminaba seguro hacia el destino correcto, estaba convencido, todo estaba dado y así debería terminar. Andaba cada vez más rápido, solo falta la lluvia pensó. El lugar estaba desierto tal como lo imaginó. Un paredón corroído y casi cubierto de moho maloliente, le sirvió de apoyo a su vencida espalda, levantó la mano derecha donde tenía el revólver, lo miró como se mira a un amigo y comenzó a llover, escenografía completa, las lágrimas y la sangre se disimularían. El trueno encubrió el disparo.
ILUMINADOS — Rolando José Di Lorenzo
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Dos muchachos caminaban tomados de la mano detrás de una mujer, alejados para no ser advertidos. Veían algo extraordinario. Era una mujer luminosa, andaba sin necesitar luces exteriores en plena noche. Comenzaron a hacer conjeturas y volar con su imaginación; esa persona generaba luz, y quizá otra energía, seguro que no era humana y aunque no estaban seguros de que fuese peligrosa, no se acercaron. La mujer se dio cuenta de que la seguían, entonces se oscureció desapareciendo ante los ojos atemorizados de los jóvenes enamorados. Luego de un rato, siguieron con sus secretos arrumacos, antes de despedirse hasta el día siguiente. Volvieron a la noche siguiente al su lugar de encuentros amorosos. Todo estaba oscuro y en silencio, cuando de pronto se iluminó ante ellos la mujer, pero no estaba sola y se vieron rodeados por otros seres similares. No sabían que hacer, habían descubierto una comunidad de extraterrestres, pero el terror ahora los hacía temblar. No se podían mover, entonces ...
EL MARTILLO DE JOSÉ y EL COLOR DE LA SANGRE - Mis dos libros editados
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EL TÍO OB --- Rolando José Di Lorenzo
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-Dotti…Dotti…no te alejes linda- Los gritos del Tío Ob, hicieron dar vuelta a la niña rubia, que corría riendo alegre colina abajo. Miró al pobre Tío, que trataba de alcanzarla a los tropezones, su gordo cuerpo no podía con el terreno. Dotti seguía corriendo, porque le apasionaba descender por la colina a toda la velocidad que le daban sus piernas. -Dotti, espérame por favor, te puedes caer, no corras…- Ob, no podía creer como la bestia de su cuñado, podía haber llamado Dorotea a su hija, Dorotea, esa preciosura alegre y vivás. Aunque él no podía discutir mucho el tema, su dictatorial padre lo había marcado para toda la vida con su nombre: Obdulio, Obdulio, que seguramente debería haber sido el nombre de algún antepasado, de improbable bonhomía. Suerte que ante tal desgracia su madre había comenzado a llamarlo Ob, soportando los reclamos furiosos de su padre: Nazareno II. Todo eso pensaba Ob mientras trataba de alcanzar a la niña, que cada vez se alejaba más y más. Para...
EL ZAPATO DE PILÍN --- Rolando José Di Lorenzo
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Pilín todos los domingos a la mañana, salía con su papa a pescar, en el río que pasaba cerca de su casa. No era ese un lugar de pesca abundante, pero lo suficiente. A Alfredo, el papa de Pilín, lo que más le gustaba era estar al lado de su hijo y a este le pasaba lo mismo. Aunque todo pescado era bien venido, porque aliviaba la economía familiar, que en esos días estaba bastante mal. Alfredo trabajaba desde hacía muchos años en el mismo lugar, una fábrica de tejidos, pero la paga era cada día más baja. La economía regional y local, ayudaba a eso y los patrones no veían mejor oportunidad que recurrir a esas escusas para no aumentar los sueldos. La vieja historia del hombre pobre. Por eso, las mañanas de los domingos eran tan queridas por ambos, los acercaba y así mas juntos se sentía apoyados y confortados. Ese domingo Las zapatillas de Pilín estaban recién lavadas por su mama y además destinadas para la escuela. Entonces decidieron que igual saldrían hacia el rio, ...
ANTOLOGÍAS EN LAS QUE INTERVINE CON MIS RELATOS
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LA ESCALERA—Rolando José Di Lorenzo--Relato que integra la Antología DESNUDOS SOBRE EL PAPEL de Editorial Dunken
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LA ESCALERA —Rolando José Di Lorenzo La escalera, que estaba al fondo del terreno de la casa del tío Honorio, siempre había sido un misterio para Mario. Estaba apoyada en una pared muy baja, que los separaba del terreno del vecino. La pared que era de ladrillos montados en barro, se veía muy vieja y estaba gastada y en algunas partes rota, tanto que se veían las plantas de al lado. El pequeño Mario se paraba junto a esa vieja escalera que no llevaba a ningún lado y se quedaba mirándola, preguntándose por que estaría allí. Era alta y delgada y parecía que se afirmaba en el aire. Justo en ese lugar no había nada alrededor, solo la pequeña pared donde se apoyaba. Muchas veces pensó treparla, pero no se animaba porque no la sentía segura, posiblemente en cuando comenzara a subirla se caería para el otro lado. Otras veces se imaginó llegar hasta el último escalón y ver lejos muy lejos, quizá la vista llegara hasta el mar, que estaba muy distante y no lo conocía. También ima...
EL INSOPORTABLE CRASSO —Rolando José Di Lorenzo-Relato que integra la Antología de Editorial Alma de Diamante
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EL INSOPORTABLE CRASSO —Rolando José Di Lorenzo Carlitos, era empleado de un contador famoso, con un estudio contable de puta madre, con una clientela acorde, de mucha guita, los importantes de la ciudad. Para eso el gordo era mandado a hacer, era un empleado eficiente, callado, seguro, confiable y sobre todo reservado, todo lo que sabía y hasta lo que sospechaba, quedaba en él y es más, se iría con él a la tumba. También era así en su vida, callado, confiable y solitario, no quería joda. El gordo vivía en un departamento muy lindo, con buena vista, en el centro y a pocas cuadras de la oficina donde trabajaba. No tenía auto y para todo usaba remises, hasta para ir al cine los sábados por la noche, o para ir al restaurante antes del cine o el domingo al mediodía, todo previsible, todo organizado y así era feliz. Ese martes al mediodía, se le ocurrió hacer un cambio ...
UNA NOCHE CALUROSA—— Rolando José Di Lorenzo-.Relato que integra la Antología SEXY de Editorial Rosario
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UNA NOCHE CALUROSA —— Rolando José Di Lorenzo Era de noche y él caminaba lentamente, recorriendo las calles oscuras, ensombrecidas por las copas de los árboles. La temperatura era alta para esa hora, era un buen verano. Ella había salido de su casa temprano, para encontrarse con sus amigas en el bar y de allí a la salida habitual de los viernes, cine y luego comer algo. Caminaba apurada, nerviosa, no le gustaba andar de noche sola, pero no había conseguido taxi y tenía que andar más de 5 cuadras hasta llegar a la avenida principal. Para colmo con la vereda destrozada, solo podía mirar hacia abajo, para no caerse. Cuando llegó a la primera esquina, se encontró de golpe con él. Se sobresaltó y hasta sintió miedo, en realidad a los dos les pasó lo mismo. A él, el encuentro repentino lo sacó de sus pensamientos y atinó a tirar el cuerpo hacia atrás, gracias a eso no la llevó por delante. Ambos alarmados, se miraron unos instantes y comenzaron a aflojar la tensión,...
UN TAXI DE IDA Y VUELTA -Rolando José Di Lorenzo- Relato que integra la Antología:EL ABRAZO DEL AMOR
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Todo comenzó aquel día, en que ella bajó de un taxi, quizá el mismo que ahora se la llevaría de allí y se dirigió al pequeño bar, por casualidad. El mismo bar, que se convertiría más tarde, en el lugar de ellos, el lugar de la reunión amable, de las charlas sobre cine, de las discusiones sobre historias y cuentos. Un lugar donde lo menos importante era lo que iban a tomar o a comer, donde lo importante eran ellos, Marina y Franco, ellos, que habían descubierto el amor y que lo llevarían adelante, contra viento y marea, según se habían prometido. Marina, no era una heroína típica de las novelas de amor, era bajita y delgada, quizá demasiado pequeña, una carita similar a otras tantas, de las que se ven en cualquier vereda, de cualquier lugar. Pero su voz llamaba la atención, melodiosa, baja y suave, como el fondo de sus ojos, como su mirada, que dejaba a su alma desnuda y vulnerable. ...