Discrepancias de pareja – Eduardo Poggi, Rolando José Di Lorenzo, Ana Caliyuri
Al abrir la puerta, la encontré a ella encuadrada por el
marco, su expresión trágica como en un cuadro de Goya. Levantó su brazo
derecho, lo bajó rápido y oblicuo hacia mi cara y me cortó la mejilla con el
Cold Steel que me había regalado la semana anterior. Inmediatamente comprendí
el motivo del obsequio de cumpleaños: en los últimos quince, nunca me había
regalado un alfiler. Atiné a palpar mi cara y una profunda grieta derramaba un
líquido tibio.
Jamás había pensado en agredir a una mujer, pero sentí un fuego
creciente que me hizo arder la piel. Y no era la herida que marcaría para
siempre mi cara: era furia, un volcán que estallaba. Me acerqué unos pasos, y
ella se cubrió la cara para defenderse. Me quedé helado. ¿Pensó que la
golpearía? ¿No me conocía lo suficiente? Sólo atiné a mostrarle la mejilla.
— ¿Éste es tu regalo? —grité, señalándome el tajo.
—Obvio, es el arreglo que hicimos. ¿No recordás nada? ¡Oh
Dios, no es posible!
— ¿De qué hablás, loca incurable?
—Ellas vendrán a buscarte, pero esta casa será un templo, y
no nos separarán. El mundo está falto de hermosos hombres, y si bien hemos
discrepado durante treinta años, en esta última hora hemos coincidido. En la
cuarta guerra, los hombres quedaron con espeluznantes marcas en sus cuerpos,
menos vos, esposo mío. ¡Ya es tiempo de sufrir, mi Adonis! dijo ella, celosa.
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