INVESTIGACIÓN - Micro relato a cuatro manos
Investigación—
Rolando José Di Lorenzo—Cristian Cano
Bajó de su moto voladora y esta quedó flotando al lado de la casa,
antes de entrar miró a su alrededor, todas las casas eran iguales, esferas
plateadas y brillantes adheridas a una calle oscura, como un extenso collar de
bolas circular formando espirales. Las farolas iluminan por demás el barrio,
por el problema de la inseguridad la comuna había dispuesto aumentar la
iluminación. Xasto, con un gesto de disgusto al contemplar el paisaje entró en
la vivienda. Caminó hacia el centro del estar. Dejó su arma y su abrigo en el
perchero, y en el espejo advirtió que había dejado la insignia de sheriff en la
camisa. La quitó de allí y dejó sobre la mesa. Pasó a la cocina, y presionando
botones de todo tipo y color puso en marcha su comida, bebida y el televisor
que ocupaba toda la pared circular. Las noticias hablaban sobre el ataque en el
barrio de un ladrón intrépido y astuto que lo asolaba, destacando además la
incapacidad de la policía. Un solo testigo lo había visto desde una ventana
desaparecer en la calle con lo robado. La descripción había sido lisa y
llanamente: una cucaracha enorme y azulada que corría como el demonio. El visor
agrandó y un pueblerino desahuciado apareció mientras contaba cómo el insecto
desagradable había venido desde un mundo desconocido. Dicen por ahí que desde
la luna Encelado, decía señalando hacia arriba. Xasto recordó por qué había ido
al pueblo, y miró su phaser. Ahora la imagen difusa de un bicho brillante que
saltaba raudo desde un balcón mientras dejaba caer una tostadora aparecía en el
recuadro inferior del holovisor. Ahora Xasto abría la heladera y destapaba una
cerveza. Después de recorrer 30 clips en moto cualquiera se cansa, pensó. Salió
del domo y la presentadora desapareció gradualmente. Vio que nadie se asomaba
para saber de él, y empinó la lata hasta terminarla. Después de un eructo
estruendoso volvió a mirar el vecindario. Nada. ¿Por qué un sheriff tiene que
resolver problemas en un pueblo aledaño? Dijo, y ene mismo momento la cucaracha
azul entró por la puerta. Xasto se arrojó hacia su arma, y con dificultad puso
apuntar. Un latigazo oscuro seccionó el antebrazo del sheriff y el miembro
calló al suelo sin sangrar. Después, el charco surgió inesperado. El insecto se
acercó y observó el saco y la insignia. Xasto suplicó por su vida y, le rogó
por cuánto había cuidado de él en su infancia. La cucaracha se sumergió en un
remolino de imágenes inconexas, y a su modo se acordó de cómo había sido en
aquellos años. Encaró al hombre indefenso y le devoró las partes blandas.
Después, quedó estanca, ahí detenida en el tiempo y estacionada grosera sobre
un charco de sangre, volvió al remolino. Un ápice definitivo. Una sensación
nueva para la especie. Ahogada en las imágenes de una infancia feliz vio al
humano cuidarla y alimentarla. El insecto despertó del transe y se sacudió como
lo haría un perro al salir del agua. Agarró el saco de su dueño con una garra y
asomó en la puerta. Los soles brillaron como le brillaron los ojos calcáreos,
hasta y el calor la reconfortó. Después se perdió entre los domos blancos.
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