REACCIÓN EN CADENA

 Reacción en cadena – Ana Caliyuri & Rolando José Di Lorenzo & Eduardo Poggi

El muchacho se revolvió en la silla con evidente nerviosismo. Miraba por el rabillo del ojo hacia la vereda de enfrente, desde la amplia vidriera del bar.
Pidió un café doble y sacó del bolsillo un teléfono. Luego de unos minutos lo volvió a guardar. 
El rostro de Juan se puso tenso cuando el camión de transporte de caudales arribó a escasos metros de la entrada al Banco. Pagó su consumición y salió de allí. Nada hizo suponer su reacción.
Cruzó la calle corriendo cuando uno de los guardias bajaba del camión, se le arrojó encima; cayeron y lo tomó por el cuello al tiempo que le gritaba:
— ¡Traidor, me engañaste!
 Los acompañantes vieron esto por los espejos, bajaron con las armas preparadas para disparar. Gritaban y amenazantes con sus pistolas, dieron la orden: “¡Al suelo!”. Los guardias del banco notaron la gresca,  sacaron las armas y comenzó la balacera. Juan se cubrió detrás de un contenedor, teléfono en mano marcó el número de su esposa. Un instante después una bala le perforó la cabeza. Se desplomó, el celular cayó en la vereda mientras la sangre chorreaba por el cordón. El guardia acusado de traidor se levantó del asfalto, pasó sus manos por la ropa para sacudirse el polvo. Se acercó al cuerpo inerte de Juan, alzó el Sansung.

 ―Hola ―dijo―. ¿Quién es? ―Julia habla, ¿y ahí? ―Soy yo, Julia ―suspiró―. Salió como pensamos, todo bien. Y cortó.

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