LA DISPUTA
LA
DISPUTA
Cuando
éramos chicos, se notaba más aún, Él, era el mas grandote de todos, lejos y
para colmo tenía mal carácter, cuando se enojaba te metía miedo. Pero nunca pasó mas allá de unos gritos o a
la sumo un empujón, que era mas o menos, como si te llevaba por delante el
camión de Don Roque, el viejo ese, que
tenía el volquete amarillo todo destruido y que pensándolo bien, creo que era
tío o algo así de Fede, pero bueno eso no viene al caso. Hasta el Morcilla le tenía respeto, no
miedo, porque jamás lo vimos al Morcilla asustado.
Él
era otro integrante de nuestro barrio, no jugaba al futbol, no se, si no podía
por su tamaño, o no le gustaba. Fede era
compañero para las salidas en bici, o para boludear. Nunca lo vimos preocupado por el cole, o
haciendo los deberes, o estudiando las tablas, no se como le iría porque iba a
otra escuela, no, diferenciada no, pero no iba con nosotros.
La
cosa es que Fede tenía una bicicleta de primera, una Legnano nueva, de color
rojo, brillante, con detalles cromados. Yo también tenía una Legnano, pero usada, mi
viejo no andaría con plata cuando me la compró, pero me andaba bien, era de
color celeste y tenía porta equipajes negro y la pata para dejarla parada,
estaba buena, yo encantado con ella. Pero la de Fede era única, la mejor del
barrio, porque los demás chicos andaban con las bicis de sus padres, o de los
hermanos mayores.
Salíamos
todos juntos a correr, o a dar vueltas por el barrio, o irnos lejos, a las
calles de tierra cerca del río.
También a la playa, donde a veces
bajábamos con las bicis a la arena mojada y allí le dábamos con todo, hasta que
no podíamos mas.
Al
que siempre Fede, le jodió la vida, fue al negro Ferretti, no se bien porque,
pero los chicos son así, o mejor dicho fuimos así, se te mete una cosa en la
cabeza y nadie te la saca, ni siquiera con unas piñas, en una pelea callejera. Precisamente esta era la idea del Negro,
cagarlo a trompadas a Fede; El Negro no era chiquito, pero al lado del otro, ni
cerca, pero las cosas que deben pasar pasan, no hay caso, el destino manda y en
algún momento inesperado se da.
Pedaleando el Negro era bueno, tenía además una bici de media carrera
con mucha pinta, no me acuerdo la marca
era vieja, pero se la veía muy linda y veloz, nunca le pudimos ganar, le
daba y le daba a fondo, siempre ganaba o empataba. Aunque lo del empate en una picada de bicis
siempre fue joda, porque: ¿Quién era capaz de medir a ojo y con certeza un
rueda a rueda? Pocas veces se determinaba empate, porque
generalmente se terminaba a las piñas y luego volver a casa con la nariz
sangrando o el ojo negro, era un problema con la vieja, quizá peor que la piña
recibida. Pero igual, alguno del
grupo, que salía sorteado: “juez” determinaba empate, quizá por joder y allí se armaba.
Éramos
muchos en el barrio, cada vez que me acuerdo de una historia de esos días,
aparecen otras detrás, con los mismos personajes u otros, pero todos los días
generábamos alguna. No todas son para
contar, aunque a nosotros nos parecieran entonces de película, pero la del
Negro con Fede, creo que la recordamos todos.
A mi, lo que no me queda claro, es si ya estábamos en el año 1959 o en
el 60.
La
pregunta entonces, era: ¿Quién era mejor con la bicicleta, Fede o el
Negro? La pica crecía y crecía, al
principio todos nos prendíamos y tomábamos parte, hasta conformar dos bandos,
los del Negro que éramos casi todos y los de Fede, que cada día perdía algún
adepto, las cargadas iban y venían, desde
la mañana temprano en la ida al cole, o a la salida, luego del almuerzo, a la
hora de la siesta; hora en que todos nos encontrábamos en el baldío de la
esquina, con calor o con frío, solo nos paraba la lluvia, si era fuerte.
Se seguía
comentando el tema, se debían enfrentar en una picada o en una carrera larga de
una vez, así se determinaba quien era el verdadero capo de las carreras. En futbol, el Negro ya se sabía que era
el mejor, jugaba muy bien Alfredito,
pero el Negro era mas completo, hacía goles y eso era importante, yo ni me
quiero ni acordar de los goles que me metió, si, porque yo casi siempre iba al
arco.
El
otro gran amigo del Negro, el gordo Carlitos, también jugaba pero no era tan
bueno, tenía garra, pero era mas lento, a pesar de eso, el Negro siempre lo
elegía para su equipo y para balancear siempre quedaban en equipos diferentes
Alfredito y el Morcilla. En estos encuentros, Fede se iba a su casa o
se quedaba un rato sentado en el pasto mirando, pero se le veía la cara de
aburrido y yo diría que secretamente un poco triste, por no poder compartir el
juego, pero nunca lo dijo, además los que elegían eran el Negro y el Morcilla y
aprovechando que alguna vez dijo Fede, que él no jugaba a la pelota, ni lo
miraban.
La
familia de Fede estaba bien, el viejo trabajaba en una oficina pública, no recuerdo
cual, esto lo había escuchado en un comentario de mis viejos, era buena gente y
en el barrio los tenían bien vistos, vivían en una casita muy linda, tipo
chalet sobre la avenida y tenían auto. El era
hijo único y siempre andaba con buenas pilchas, pero lo jodía la pinta, el
pobre era tan grandote y medio bestia, era muy parecido a su padre. En el barrio si querías ser tenido en
cuenta tenías que jugar a la pelota, al futbol, eso era lo máximo, integrar el
equipo era lo necesario y si jugabas bien mejor, luego siempre el mejor jugador
se iba convirtiendo en el ídolo del grupo y al final en el líder.
Eso
fue pasando con el Negro, pero volviendo a Fede, como no sabía, o no quería
jugar a la pelota, le resultaba difícil integrarse, jugaba muy bien a la bolita
y a las figuritas, pero no era lo mismo.
Tampoco trepaba árboles o paredes, entonces fue apareciendo lo de la
bicicleta y con semejante máquina y el dándole fuerte se fue haciendo notar. Pero resulta que al Negro no le gustaba
perder a nada, ya era el líder del grupo por el futbol, pero eso, no era
suficiente para él, no aceptaría fácilmente, que hubiera otro mejor que él con
la bici.
Terminó
el año, todos, o casi todos terminamos sexto y mientras se hacían preparativos
para enfrentar el verano, seguía pendiente en el grupo el tema de la bici, ¿quien
sería el mejor? Fede había
progresado mucho, en realidad todos secretamente lo habíamos probado corriendo,
para saber a que atenernos cuando llegara el enfrentamiento tan esperado. No nos ganaba a todos, pero, el tipo había
mejorado mucho durante ese año y se lo veía feliz, estaba en la suya, había
encontrado la forma de llegar y nos fuimos acercando más. Era un buen chico y tenía una risa
contagiosa cuando estaba feliz, se sacudía todo cuando se reía y se le
achicaban los ojos, la cosa es que de a poco fue ganando confianza y se sentía a
gusto con todos.
El
Negro, mientras estudiaba la situación, hablaba poco, muy poco y tampoco
preguntaba nuestra opinión, él sabía que tenía que probarlo y probarse, así era
con todo en su vida, no iba a estar contento hasta saber quién era el mejor.
Me
enteré mucho después, del sacrificio que
hacían Fede y su viejo, éste, se había comprado también una bicicleta y
a la mañana muy temprano, lo acompañaba a su hijo a practicar, no porque el
padre hubiera sido un ciclista bueno, es más, creo que aprendía al mismo tiempo
que su hijo. Ambos mejoraron sus
tiempos, lo habían hecho casi todo el año, a veces con un frío bárbaro, lo
hacían temprano para que nadie los viera y porque luego había que trabajar e ir
a la escuela.
Ese
era el secreto de Fede, el viejo, enterado como venía la mano, había decidido ayudarlo
a su hijo, no lo quería ver sufrir por esa pavada tan típica de los chicos. Quizá
lo supiera por propia experiencia, lo duro que era no ser tenido en cuenta.
El15
de Enero, me acuerdo clarito que fue ese día,
fuimos llegando a la canchita mas tarde que de costumbre, quizá porque
ya estábamos de vacaciones, estábamos todos menos el Negro y Fede y eso era
raro. Nos miramos y nos preguntamos entre todos, pero nadie sabía nada, ya
empezábamos a sortear, a quien le tocaría ir a preguntar por ellos, cuando a lo
lejos, por el camino de tierra, ese que lleva al río, los vimos venir a los
dos, con las bicicletas de tiro y riéndose. Con
las caras tensas e interrogantes los esperamos, no entendíamos nada, lo que vimos enseguida,
es que Fede tenía la rodilla derecha raspada y sangrante y que el Negro no
pisaba bien, como si le doliera el tobillo. Cuando los miramos de más cerca, nos dimos cuenta de que se habían dado un flor
de golpe, pero ellos caminando doloridos, seguían riendo. Se le notaba mas a Fede que se sacudía todo
y se le habían achicado los ojos a lo chino.
El Negro con esa cara de pícaro impenetrable
que sabía poner, cuando había decidido no contar nada, nos hizo dar cuenta a todos:
Estos guachos se habían enfrentado y no iban a contar a nadie el resultado. “No, no podía ser, era injusto, con todo lo
que habíamos hecho por ese evento”, pensábamos todos. Cuando estuvieron a nuestro lado seguían
riéndose, nos miraron y dijo el Negro:
- Casi nos matamos en la bajada al río- y Fede
siguió:
- A este boludo se le salió la rueda, no sé cómo
estamos aquí, ¡que porrazo Señor! Yo me
voy a limpiar la rodilla y a cambiarme
- El Negro lo apoyó diciendo:
- Anda
tranquilo gordo a la tarde nos vemos aquí todos, yo me voy a bañar y ver
que hago con la rueda de la bici, chicos nos vemos luego.
Las caras que teníamos todos, eran para la
joda, nadie podía creer lo que estaba pasando, estos boludos eran ahora culo y
camisa y nosotros sin saber nada. Nos
calentamos, puteamos un rato, pero yo internamente, estaba contento, porque
haya ganado quien haya ganado, se habían hecho amigos y estaban felices y eso
nos hacía bien a todos. Eso era el
barrio, éramos todas baldosas del mismo patio y ahora ese patio, tenía otra
baldosa.
De. Rolando José Di Lorenzo - "Las chicos del barrio Sur"
Comentarios
Publicar un comentario