Zoofilia - Microrelato compartido
— Ada Inés Lerner, Luciano Doti, Rolando J.Di Lorenzo
—Vladimir tiene
relaciones sentimentales con nuestras vecinas. Además organiza fiestas hasta
horarios intempestivos —se quejaron varios colindantes.
Un quisquilloso
denunció a Vladimir de haber organizado una orgía y ocultado el crimen de
Anastasia, una oveja negra, en el fondo del terreno lindante, mientras él y su
familia estaban de vacaciones. La policía investigó, punteó la zona denunciada.
Vladimir dijo en su
descargo que la relación sentimental había terminado hacía tiempo, pero ella se
negó a abandonar la casa que fuera cobijo de aquel hermoso amor. El hombre
siguió explicando que, luego del terrible desencuentro, pasaron unos días sin
hablarse; porque aseguró que lo hacían.
—¡Aunque parezca
mentira ! —dijo con dramatismo—, con las miradas nos comunicábamos, porque el
amor todo lo puede. Pero luego de eso, Anastasia, que decía no amarme más, no
se iba, me decía que quería volver a la normalidad y encontrar un bello macho
de su especie —Él sentía que todo eso era para martirizarlo.
La policía siguió investigando
el caso durante un tiempo, hasta que al comisario se le ocurrió que si se matan
ovejas a cada rato para comer, qué diferencia podía haber entre matar para un
asado de cordero o matar por una sexopatía, dado que las víctimas eran las
mismas. El vecino quisquilloso no compartía ese criterio, y se quejó. Lo
tildaron de loco, de estar él celoso de la oveja. Su nombre se prestaba para
ello. ¡También, llamarse José Carnero!
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