El viejo
El viejo—Rolando José
Di Lorenzo- Ana María Caillet Bois – Vladimir Koultyguine
El viejo ya no sentía
ni los dolores que lo acompañaron toda su vida,
veía poco y oía menos, pero quizá su última obra la haría de cualquier
manera. “Contra viento y marea”, o “contra los molinos de viento”, como
acostumbraba a decir. La escalera era alta y estrecha, los escalones eran tan
viejos como él, pero subiría, le demostraría a esos incrédulos que la vejez no
lo ataba, solo lo retrasaba en su camino. Subió entonces lentamente, escalón
tras escalón, sólo quería llegar a la terraza, el sólo quería volar hacia el sol
que lo llamaba con su gran vozarrón. Pobre viejo está muy perdido piensan los
hijos y los nietos, hay que controlarlo, pero como sucede con los jóvenes, se
olvidaron y ahora el pobre vejo estaba haciendo equilibrio en una vetusta
escalera. Paso tras paso, escalón tras escalón, el viento en la cara, memorias
saliendo cual mermelada de su cabeza calva, estaba subiendo. La escalera
crujía, pérfida, amenazando abrirse a cualquier instante. Las manos del viejo
tiraban del pasamanos, por poco no lo arrancaron. Aquí deberían seguir palabras de luces
brillantes, descripciones de un camino sin fin. Nada de eso. Solamente paró al
llegar allí donde los jóvenes lo encontraron horas después, en el patio, con el
cráneo hecho pedazos. Pero feliz.
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