EL ACTOR——Rolando José Di Lorenzo

La noche comenzó a abrirse ante sus ojos, como un fantástico escenario. Avanzó con paso firme hacia ella, decidido a tomar lo que pudiera de aquella nueva aventura nocturna.  No tardó ni diez minutos en verla, Lucia estaba sentada en un viejo banco a orillas del río. No parecía estar gozando del paisaje, es más daba la impresión de que ni lo miraba. Algo dentro de ella era en esos momentos más importante que el mundo que la rodeaba, Rocco, aunque no creyó oportuno sacarla de sus pensamientos, se acercó igual motivado por su belleza.  En absoluto silencio, dio vuelta alrededor del banco y se sentó en el otro extremo, se recostó en el respaldo y cruzó sus piernas, luego apoyó sus manos en las rodillas y comenzó a mirar hacia el agua, tratando de adoptar la misma posición de la mujer. Al cabo de unos segundos ella reparó en él, de reojo lo observó y el hizo lo mismo, ambos se miraron unos instantes, él le hizo un sonrisa y ella no contestó, incluso notó que estaba molesta. Lucia volvió su cabeza y continúo mirando el rio
—Han saltado varios peces desde que estoy aquí, ¿los has visto?—dijo Rocco con tono de asombro. Ella ni lo miró y siguió con su actitud
—Además una mariposa bellísima, se les acercó en cada salto—Continuo su comentario, como si se tratara de un cuento. Lucia no cambiaba ni de posición.
—El pez más grande, ese más brillante, la mira cada vez que la ve sobre él—Indiferente siguió con el relato. Ella movió la cabeza hacia él y sin decir una palabra le hizo sentir que no le interesaba su relato.
—Pobre mariposa, murió por amor, porque otro pez que venía detrás, de esos que solo piensan en comer, en el último salto se la tragó—Hasta lo dijo con voz quebrada, emocionado. Lucia no pudo contener una leve sonrisa. Rocco no hizo caso de eso
—El pez elegido, quizá deslumbrado por su propio brillo, no vio lo acontecido y solo notó que en su último salto, la mariposa no estaba sobre él— Ella lo siguió mirando y el continuaba su relato ignorándola, siempre mirando hacia el agua.
—Una historia de amor, representada por estos mágicos seres de la noche, toda una tragedia humana desarrollada ante nuestros ojos—Ahora si volvió su cabeza y correspondió a su mirada y su sonrisa.  Lucia se levantó y camino lentamente hacia el borde del agua, con las manos tomadas atrás, era una figura perfecta, alta, espigada, elegante.
—Ten cuidado bella mariposa, que no te trague ningún pez atolondrado, que no sepa ver en ti toda la belleza del mundo—Dijo declamando histriónicamente Rocco, mientras se levanta del banco y la seguía. Ella entonces giró enfrentándolo
— ¿Esta historia tendrá un fin en algún momento?—Su voz sonó airada, fingiendo estar molesta, quizá continuando con esa obra imaginaria que había comenzado ese muchacho atrevido y galante. Rocco sonriendo y luego de una inclinación ante su belleza, contestó
—Termina cuando me aceptes a tu lado, me digas tu nombre, te corresponda con el mío y comencemos a caminar bajo estas farolas tomados de la mano—Quedó esperando unos segundos por su respuesta

—Lucia, ese es mi nombre ¿y el tuyo?—Y así, continuaron caminado a la vera del río, hacia el sendero iluminado por las amarillentas farolas.

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