DISPAROS—Rolando José Di Lorenzo

—DISPAROS—Rolando José Di Lorenzo


Cuando Alejo comenzó a caminar hacia el auto, el hombre lo seguía desde la ventana del edificio, paso a paso.  A través de la mira telescópica, lo veía en detalle; su expresión cínica y desagradable ocupaba  todo el visor. No podía aguantar el deseo de apretar el gatillo, las gotas de sudor que corrían desde su frente caían en su mano y sobre todo en el índice, que se afirmaba cada vez más sobre el percutor.  Alejo, se detuvo un momento y miró hacia el edificio que tenía a su derecha, no sabía porque, pero lo hizo y sintió un escalofrió, que le recorrió su espalda. Se preocupó y en su cabeza sonó la alarma, no estaba seguro de nada, pero algo estaba mal. Se lanzó hacia la puerta del vehículo haciendo un zigzag incomprensible para los que estaban a su alrededor. Lo miraron como si vieran a un poseído, pero fue por poco tiempo, el guardaespaldas más cercano cayo atravesado  por el primer proyectil, lo mismo sucedió con el que estaba del lado izquierdo de Alejo. Este seguía corriendo, ya casi llegaba al auto blindado cuando el tercer disparo rebotó en el techo del auto y pegó en la frente del tercer guardaespaldas; que cayó hacia atrás revolcándose con las manos en la cara. Alejo se aferró a la manija de la puerta y el cuarto proyectil dio de lleno en la ventanilla, había pasado por debajo de su brazo, entre este y su espalda, se detuvo entonces unos segundos: “¿Era realmente inalcanzable por las balas, seria cierto lo que le había dicho la vieja vidente?” Solo tenía que seguir allí inmóvil para probarlo. Se dio vuelta hacia el edificio y levantó la cabeza mirando hacia la ventana; desde donde creía que salían los disparos, fueron solo unos segundos, pero se sintió invencible, quizá inmortal. Terminó de abrir la puerta ahora lentamente, el quinto disparo le partió la cabeza en dos. No alcanzó a darse cuenta que no era inmortal.

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