LA DUDA II

LA DUDA  II  – Rolando José Di Lorenzo  &  Sergio Gaut vel Hartman


No le diría nada a nadie; había llegado a esa conclusión cansado de tantos consejos inútiles. Se iría de allí para siempre. No lo verían más, total, nunca lo valoraron. No les debía nada. No les brindaría el espectáculo de un enojo o un portazo, no lo merecían. Cargaría sus pocas cosas y a recorrer los caminos del mundo, olvidándose de su pasado, que por suerte era tan corto que no le costaría mucho hacerlo desaparecer. Mientras juntaba su ropa y la metía en el bolso, Carlos pensaba en esas cosas y muchas más, porque también trataba de imaginar su futuro y ese era su gran problema, su gigantesco problema. No estaba seguro de nada, ni siquiera de su capacidad. ¿No sería verdad, eso de que no era bueno para nada? Tantas veces se lo habían dicho, que había ido haciéndose carne en él. ¿Y si realmente no se diera maña para nada? Dejó de acomodar la ropa en el bolso por un momento y se sentó en la cama, mirando las paredes de su cuarto, los banderines, los pequeños trofeos, el escritorio con la computadora, el plasma, el equipo de aire acondicionado. Eso también era suyo, pero no le importaba dejarlo atrás. No tengo idea, reflexionó, si otros considerarán importante lo que mis padres y hermanos casi desprecian; tampoco me interesa lo que digan y piensen ni lo que sientan cuando yo ya no esté. ¿Acaso no debo ser respetado aunque solo tengo siete años? Concentró su mente en la pared que daba a la calle y la derritió como si fuera de manteca. No les iba a dar el gusto de salir por la puerta y que le suplicaran con hipocresía que no los abandonara. Si había tenido alguna duda, esta se disipó al cruzar el boquete.

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