— Fatalmente solo – Rolando José Di Lorenzo, Ada Inés Lerner & Carlos Enrique Saldívar
Ni
siquiera su perro quiso salir detrás de él; estaba solo, fatalmente solo. No lo
había pensado así, el futuro imaginado muchos años atrás no era este, sin duda
Dante era un fracasado, un perdedor de película. Caminando, esa noche recordaba
las mañanas luminosas de su infancia, los sonidos de los juegos, los olores de
la cocina de su madre. Evocaciones que en esos momentos no le servían ya de
nada.
Siguió
andando pero sin pensar hacia dónde iba, hasta que una ventana de café de la
antigua esquina de Rivadavia y Rincón lo detuvo. Entró y ocupó una mesa cerca
de la “barra” donde paraban Gardel y Razzano. Estaba en Balvanera, el tango lo envolvió en
su magia junto al misticismo de las ideas puestas en palabras por los
socialistas Alfredo Palacios, Juan B. Justo y muchos otros. Cuando Benjamín Solari Parravicini empezó a
dilapidar sus ajustadas predicciones, nuestro hombre solitario, Dante, salió
raudo del café. No podía creer que lo hubieran mencionado de esa manera, como
un sujeto que merecía estar solo porque había hecho sufrir a otras personas, a
los seres que alguna vez habían formado parte de su vida.
Comentarios
Publicar un comentario