Regreso a la rutina –Sergio Gaut vel Hartman & Rolando José Di Lorenzo & Ana Caliyuri
Regreso a
la rutina –Sergio Gaut vel Hartman & Rolando José Di Lorenzo & Ana
Caliyuri
Verónica se preparó un plato de atún con huevos y aceitunas para cenar. Tenía pan casero que le había obsequiado la vecina y queso en la heladera. Mientras permanecía sentada en la cocina recordó los avatares de los últimos días; la llegada de los seres del espacio, la conmoción mundial, y cómo luego todo había ido perdiendo consistencia, un suceso más entre tantos. Apiló los platos sin dejar de pensar en esos seres, aunque la gente ya lo hubiera hecho; deseaba conocerlos. Sería apasionante entrar en contacto con ellos pero, ¿cómo hacer para encontrarlos? Sabía que los aliens estaban en reunión permanente con los líderes del mundo, decidiendo el destino de la galaxia, aunque Verónica imaginó que quizás hubiera otros que no se dieron a conocer. Sabía que una de las naves había descendido cerca de su casa, en el bosque.
Se vistió con las mejores galas; en todos los encuentros hay que esmerarse para dejar una buena impresión. Los tacones de los zapatos eran incómodos bajar pendientes pronunciadas, pero no fue eso lo que la detuvo sino un ensordecedor silbido. En ese momento la brújula que llevaba comenzó a girar, loca. ¡Allí estaba la nave! Sus ojos se agigantaron y apenas pudo dominar la ansiedad cuando se acercó a una ventana. Los aliens, unos seres semejantes a calamares, estaban de gran bacanal con los líderes locales, el intendente, el cura, el comisario. Más de lo mismo, se dijo.
Verónica se preparó un plato de atún con huevos y aceitunas para cenar. Tenía pan casero que le había obsequiado la vecina y queso en la heladera. Mientras permanecía sentada en la cocina recordó los avatares de los últimos días; la llegada de los seres del espacio, la conmoción mundial, y cómo luego todo había ido perdiendo consistencia, un suceso más entre tantos. Apiló los platos sin dejar de pensar en esos seres, aunque la gente ya lo hubiera hecho; deseaba conocerlos. Sería apasionante entrar en contacto con ellos pero, ¿cómo hacer para encontrarlos? Sabía que los aliens estaban en reunión permanente con los líderes del mundo, decidiendo el destino de la galaxia, aunque Verónica imaginó que quizás hubiera otros que no se dieron a conocer. Sabía que una de las naves había descendido cerca de su casa, en el bosque.
Se vistió con las mejores galas; en todos los encuentros hay que esmerarse para dejar una buena impresión. Los tacones de los zapatos eran incómodos bajar pendientes pronunciadas, pero no fue eso lo que la detuvo sino un ensordecedor silbido. En ese momento la brújula que llevaba comenzó a girar, loca. ¡Allí estaba la nave! Sus ojos se agigantaron y apenas pudo dominar la ansiedad cuando se acercó a una ventana. Los aliens, unos seres semejantes a calamares, estaban de gran bacanal con los líderes locales, el intendente, el cura, el comisario. Más de lo mismo, se dijo.
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