LAS LISTAS—Rolando José Di Lorenzo—Abelardo Cid Topete—Diego Martínez
LAS LISTAS—Rolando José Di Lorenzo—Abelardo
Cid Topete—Diego Martínez
Mientras Marisa confeccionaba una lista para
el supermercado, su marido secretamente, estaba haciendo otra, pero con
nombres, nombres de personas que debían morir. Ella, indudablemente no sabía
con quién estaba casada, le molestaba el misterio que lo rodeaba y no olvidaba
cuando él le dijo con frialdad, que había cosas que era mejor que ignorara;
pero estaba locamente enamorada.
Hubiera querido él no anotar a nadie en sus
listas, quisiera no ser el vocero de esas muertes pero esas listas ya existían
desde antes que él las tomara y él solo actualizaba los datos, no era el
ejecutor, jugaba el papel de Dios y ni Dios sabía de esto, no cargaba con
arrepentimientos ni con culpas, era su rol y lo cumplía y bien sabía que esas
muertes eran inevitables y en muchas ocasiones necesarias. No le comunicaba
nada a Marisa, no quería distraer ese amor tan grande que se tenían.
Hubo en el pasado otras listas, que su marido (no importa su nombre) siempre
ocultó. Nombres de desconocidos, vecinos de cada nuevo barrio a donde se
mudaban escapando de listas anteriores. Columnas de datos de hombres que
miraban a Marisa, o que le sonreían, o que todavía no la habían visto siquiera
pero que seguramente la desearían tanto como él. Así que, antes de que ella
sufriera, los eliminaba. Pero a pesar de amarla tanto, estaba cansado. Al final
de esta, su última lista programada, agregó, llorando, su propio nombre.
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