CORRIENDO — Rolando José Di Lorenzo
Trotaba por la playa sobre la lengua de agua. Sus pies golpeaban
fuertemente el agua, levantando frías gotas que llegaban hasta sus rodillas.
Era un gran esfuerzo, pero recompensado. Se sentía sano, fuerte y se imaginaba
mezclado con los atletas del comienzo “Carrozas de Fuego”, hasta le parecía
escuchar a Vangelis con ese magnífico tema. Pero no se puede correr sin mirar y
menos él. No vio el pozo, hecho en la arena, casi cubierto por el mar y cayó,
como siempre. Allí se quedó
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