Bailaba con el arrullo del río y lo acompañaba con su canto. Y en cada salto que daba, se elevaba hasta una nube rosada que colgaba del cielo. Habilidades ocultas que tenía, porque nadie lo veía. Era invisible o no era, daba lo mismo, porque nadie lo veía. Sus lágrimas tristes caían al vacío, ni a la tierra llegaban. Porque nadie lo veía.

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