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SOL DE INVIERNO
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SOL DE INVIERNO Cae oblicuo el sol de invierno sobre la silla blanca y las grises baldosas del patio. Tras el vidrio de la puerta yo apoyo el dorso de la mano siento el frio y su inútil brillo. No puede con el viento sur el sol de invierno ni puede con él en verano. Siento el agreste viento y se encoge mi cuerpo. Escondido tras el árbol el sol de invierno sabe que no puede calentarme. Lo miro con mis ojos dolidos añorando el calor de los veranos. Rolando José Di Lorenzo
LAS LISTAS— Microrelato compartido
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LAS LISTAS— Rolando José Di Lorenzo—Abelardo Cid Topete—Diego Martínez Mientras Marisa confeccionaba una lista para el supermercado, su marido secretamente, estaba haciendo otra, pero con nombres, nombres de personas que debían morir. Ella, indudablemente no sabía con quién estaba casada, le molestaba el misterio que lo rodeaba y no olvidaba cuando él le dijo con frialdad, que había cosas que era mejor que ignorara; pero estaba locamente enamorada. Hubiera querido él no anotar nadie en sus listas, quisiera no ser el vocero de esas muertes pero esas listas ya existían desde antes que él las tomara y él solo actualizaba los datos, no era el ejecutor, jugaba el papel de Dios y ni Dios sabía de esto, no cargaba con arrepentimientos ni con culpas, era su rol y lo cumplía y bien sabía que esas muertes eran inevitables y en muchas ocasiones necesarias. No le comunicaba nada a Marisa, no quería distraer ese amor tan grande que se tenían. Hubo en el pasado otras listas, que...
— El tren — Microrelato compartido
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— El tren — Rolando José Di Lorenzo, Luciano Doti & Nélida Magdalena González —Quiero viajar en tren —decía casi a diario Felipito, al borde de cansar a sus padres con ese pedido. Pero no entendía razones, aunque le dijeran que por allí hacía muchos años que no pasaba el tren. —La estación está abandonada, vos la ves todos los días y deberías saber que ya no pasan trenes —le repetía el padre. Pero el niño seguía insistiendo —Papá, cuando pase yo te aviso y subimos —no había caso, el niño no entendía. El padre y la madre se turnaban para acompañarlo a la estación. Entonces, permanecían sentados en el banco, bajo el techo de chapas, y veían los pájaros surcar el cielo y picotear entre las matas de pasto que crecían junto a los durmientes de madera gastada y los rieles de hierro oxidado. Ese pueblo había sido un hermoso paraje en la época en que el ferrocarril sabía ser un medio de transporte pujante. La vieja hostería tenía un pasado esplendoroso. Un...
TE LO DIGO DE CORAZÓN — Rolando José Di Lorenzo
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TE LO DIGO DE CORAZÓN — Rolando José Di Lorenzo Como todos los días, Jorge abrió la puerta y entró. No era bueno, él lo sabía, pero era su responsabilidad y aunque no se sentía bien, igual lo haría: enfrentar el problema repetido de todos los días. Abría esa puerta y todo cambiaba, pero no lo podía evitar. Tenía que hacerlo, tenía que ir allí siempre. Aunque también alguna vez, le había sucedido que, entrando por otra puerta, igual lo había encontrado. Una vez adentro, levantó la mirada con valor y luego de mirarlo unos segundos, le dijo con la voz quebrada: - Te lo digo de corazón, no tenes una idea de lo que has cambiado- - ¿Yo cambiado? Vos sos el que es totalmente distinto, te lo aseguro - Le contestó el otro. - Que equivocado estás, no solo eso, sino que me porfias sobre algo que es indiscutible, con solo mirarte, vos también lo notarías-. ...
ROSALIA - Rolando José Di Lorenzo
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ROSALIA El hombre espera, hace calor, se apoya en un árbol que tiene poca sombra, pero algo es algo. Su vista recorre aburrida la vereda de enfrente y se detiene en una casa por cuya entrada de auto, se ve al fondo una ventana que esta solo cubierta con una tenue cortina De pronto tras esa cortina, aparece una silueta femenina, hermosa silueta, alta estilizada y con una cabellera negra y larga hasta la cintura, que comienza a bailar y da grandes giros y saltos que le hace recordar escenas del lago de los cisnes. Baila y baila embelesándolo, esta emocionado, enamorado de esa figura magnifica. Hasta cree escuchar la música que la hace mover, todo es un torbellino, bello y fuerte torbellino mezcla de mujer y danza. Pero todo lo mágico dura poco, de repente se baja la persiana cerrando la ventana maravillosa y al momento se abre la puerta principal y sale una señora muy mayor de baja estatura y cuando estaba cerrando la reja, el hombre no pudo c...
ADONIS EN LA PLAYA - Rolando José Di Lorenzo
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ADONIS EN LA PLAYA ——Rolando José Di Lorenzo El atleta detuvo la caminata playera, miró a su alrededor y comenzó a quitarse la remera con movimientos estudiados y sensuales. Quedó así expuesto su musculoso y trabajado cuerpo, dorado, brillante. Se acomodó los anteojos oscuros importados, sacudió su cabellera rubia y con las manos en los bolsillos de la malla amarilla caminó hacia la orilla. Todo estaba perfecto a su alrededor, las mujeres no tardaron en advertirlo, la mayoría lo hizo disimuladamente, otras lo miraban con insistencia. Pero él ya había puesto los ojos en una rubia escultural que estaba allí cerca, en su reposera, leyendo una revista de moda. Era la chica para él, la chica digna de él. La miró varias veces, se paseó delante de ella, a cada paso remarcaba más sus músculos. Miraba el horizonte como buscando un destino, lo tenía estudiado, esa mirada lejana atraía más aún a las mujeres. De pronto, de la reposera junto a la de la chica ru...
FRANK y GENE - Aquel cine musical
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¡Dance Helen…Dance ! . - Rolando José Di Lorenzo
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¡Dance Helen…Dance ! —Rolando José di Lorenzo Fue hace mucho y muy lejos. Él no sabía nada de su idioma, tampoco ella del suyo. Pero se vieron y se miraron largamente, hipnotizados. Cuando comenzó la música, caminó hacia ella, no dejaban de mirarse; él le tendió la mano, ella se levantó y con toda su gracia haciendo giros con su dedo índice preguntó: — ¿Dance?— Él la miró embelesado y solo atinó por única respuesta a tomarla de la cintura y así comenzaron a girar y bailaron como los ángeles, si es que ellos bailan y todos los miraban. —Helen—dijo ella señalándose —José—contestó él y siguieron bailando y la felicidad embargó a todos. Estallaban los colores y los sonidos; y ellos y la gente se unieron en un momento mágico y fue bueno. Esta tarde, José agobiado por un día pleno de dolores y tristeza, escuchó de pronto la música, ¡sí!…era aquella música de muchos de años atrás, se puso lentamente de pi...
UN DÍA UNA ETERNIDAD - Rolando José Di Lorenzo
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UN DÍA UNA ETERNIDAD Rolando José Di Lorenzo — ¿Qué heces con ese traje de goma, te escaparás así vestido? —dijo Juan sorprendido y molesto con la actitud de su hermano. —Bajaré al fondo de un pozo del que no se sale, solo tiene escalera de bajada y como me imagino que los bordes y paredes estarán mugrientos, sentiré asco y además, no quiero arrepentirme. Si no fuera por el terrible momento que estaban viviendo, esa afirmación hubiera sonado como una broma macabra. Juan le gritó que ya estaba por demás sucio y que él sentía asco por lo que había hecho. ¿Pero qué era eso del pozo y la escalera? No entendía nada. —Es cierto, debo dar asco, yo no lo siento, sé que hice lo que debía, pero tengo que sufrir el castigo y eso es lo que estoy haciendo. — ¡Y vos sos el juez y el verdugo, o Dios y el Demonio! Decidiste que había que matarlos, lo hiciste y te asignaste el castigo—Habló Juan tomándolo por los hombros y sacudiéndolo con rabia— ¿Consideras que u...
Zoofilia - Microrelato compartido
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Zoofilia — Ada Inés Lerner, Luciano Doti, Rolando J.Di Lorenzo —Vladimir tiene relaciones sentimentales con nuestras vecinas. Además organiza fiestas hasta horarios intempestivos —se quejaron varios colindantes. Un quisquilloso denunció a Vladimir de haber organizado una orgía y ocultado el crimen de Anastasia, una oveja negra, en el fondo del terreno lindante, mientras él y su familia estaban de vacaciones. La policía investigó, punteó la zona denunciada. Vladimir dijo en su descargo que la relación sentimental había terminado hacía tiempo, pero ella se negó a abandonar la casa que fuera cobijo de aquel hermoso amor. El hombre siguió explicando que, luego del terrible desencuentro, pasaron unos días sin hablarse; porque aseguró que lo hacían. —¡Aunque parezca mentira ! —dijo con dramatismo—, con las miradas nos comunicábamos, porque el amor todo lo puede. Pero luego de eso, Anastasia, que decía no amarme más, no se iba, me decía que quería vol...
El Payaso - Rolando José Di Lorenzo
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EL ILUSIONISTA - Cuento corto
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EL ILUSIONISTA . Rolando José Di Lorenzo El mago Xantón agitó el pañuelo rojo, sacudió la pequeña mesa gritando palabras extrañas y cuando descorrió el velo, vio con ojos desorbitados que nada había sucedido, pero la gente aplaudió igual, habían ido para ser engañados. El público pedía a gritos la repetición y pedían más y más, el los miró incrédulo, sacó de nuevo su pañuelo rojo, lo volvió a sacudir repetidas veces, lo dejó caer y tampoco el pajarito apareció en su mano. Entonces la gente se rompió las manos aplaudiendo. Seguían viendo lo que querían ver. Pensó entonces en hacer su último intento, tomó una tela mucho más grande; también roja, dijo cosas, hizo ademanes y se cubrió con ella por completo y cuando se descubrió, ya no estaba, aunque igual podía escuchar a su público que gritaba y aplaudía a rabiar. Había realizado un acto por fin, quizá su único y último acto.
¿CUANTAS VECES TE MATÉ? Cuento corto
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¿CUANTAS VECES TE MATÉ? — Rolando José Di Lorenzo Él siempre fue mejor que yo, me canse de soportar sus triunfos. Además, alto, rubio y con esa sonrisa sugestiva y conquistadora; todo le había tocado a él. Un tipo con esa estampa no debería ser bueno en el futbol, él lo era, igual que en el básquet, o al tenis o a la bolita. Por eso, dediqué mi vida a encontrarle las grietas, los defectos, los odios, todo, no dejé pasar nada. La primera vez que lo maté, fue cuando con engaños lo llevé por el tortuoso camino que lleva al río, allí, debajo del viejo puente, conseguí mostrarle a su ídolo, su engañoso hermano mayor, drogado y a los besos y abrazos con su mejor amigo. No daba crédito a sus ojos, me miraba con odio, pero no podía sacar la vista de la escabrosa escena, se tapó la cara para llorar sin que lo viera, pero yo estaba allí a su lado, vié...
EL CANICHE Y EL PASEADOR - Cuento corto
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EL CANICHE Y EL PASEADOR - Rolando José Di Lorenzo Juan, era un tipo grande ya, pero seguía siendo el paseador de perros del barrio. Algo lo mantenía atado a esa actividad, que tenía desde hacía muchos años. Generalmente eso lo hacían los jóvenes, pero él no sabía hacer otra cosa. Su vasta experiencia lo capacitaba, según su propia opinión, para llevar muchos perros juntos, en paseos largos. Por esos días estaba paseando entre doce y quince perros y los llevaba a lugares donde no había mucha gente. El lugar ideal, según él pensaba, era una calle paralela a las vías del tren, donde había más árboles y pastizales al lado del alambrado que las separaba las vías de la calle. Era un lugar poco transitado, pero más seguro para sus perros. Muchas veces a la tardecita se sentía muy solo en ese lugar, pero igualmente siguió concurriendo. Entre los perros que llevaba, iba un caniche blanco, con el pelo enrulado...
ENCRUCIJADA - Poema
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Difícil encrucijada Difícil encrucijada, Caminos y caminos Izquierda, derecha, Atrás, adelante, A elegir, sin saber Difícil encrucijada, Caminos que suben Otros que bajan Unos a seguir y Otros a evitar, sin saber. Difícil encrucijada, Lejos del primer camino Tan cerca del ultimo Sin saber cuál, será ese último. Rolando José Di Lorenzo