— El tren — Microrelato compartido
— El tren —
Rolando
José Di Lorenzo, Luciano Doti & Nélida Magdalena González
—Quiero viajar en tren —decía casi a diario
Felipito, al borde de cansar a sus padres con ese pedido. Pero no entendía
razones, aunque le dijeran que por allí hacía muchos años que no pasaba el
tren.
—La estación está abandonada, vos la ves todos
los días y deberías saber que ya no pasan trenes —le repetía el padre. Pero el
niño seguía insistiendo
—Papá, cuando pase yo te aviso y subimos —no
había caso, el niño no entendía.
El padre y la madre se turnaban para
acompañarlo a la estación. Entonces, permanecían sentados en el banco, bajo el
techo de chapas, y veían los pájaros surcar el cielo y picotear entre las matas
de pasto que crecían junto a los durmientes de madera gastada y los rieles de
hierro oxidado.
Ese pueblo había sido un hermoso paraje en la
época en que el ferrocarril sabía ser un medio de transporte pujante. La vieja
hostería tenía un pasado esplendoroso.
Un día, el niño les dijo que lo acompañasen
los dos a la estación. Se sentaron en el antiguo banco, Felipito, en medio de
ambos, tomó sus manos.
— ¡Cierren los ojos y recuerden los momentos
en que pasaba el tren! —ordenó.
Los adultos recordaron algo que sólo ellos
conocían. En la estación más cercana se bajaban para intimar.
El niño los sacó del trance:
— ¡Qué pillos eran mis papis! —riéndose.
Asombrados, se dieron cuenta de que el pequeño
leía las mentes.
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