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Mostrando las entradas de agosto, 2013

TE LO DIGO DE CORAZÓN

TE LO DIGO DE CORAZÓN      Como todos los días, Jorge abrió la puerta y entró, no era bueno, él lo sabía, pero era su responsabilidad y aunque no se sentía bien, igual lo haría: enfrentar el problema repetido de todos los días.   Abría esa puerta y todo cambiaba, pero no lo podía evitar, tenia que hacerlo, tenia que ir allí siempre.    Aunque también alguna vez, le había sucedido, que entrando en otra puerta, igual lo había encontrado.     Una vez adentro, levantó la mirada con valor y luego de mirarlo unos segundos, le dijo con la voz quebrada:   - Te lo digo de corazón,  no tenes una idea de lo que has cambiado-   - ¿Yo cambiado? Vos sos el que es totalmente distinto, te lo aseguro -  Le contestó el otro.   - Que equivocado estás, no solo eso, sino que me porfias sobre algo que es indiscutible, con solo mirarte, vos también lo notarías-.   - Que locura tenés encima, locura ...

UN TANGO

UN TANGO Le duele muy adentro al bandoneón, el quejido que deja salir lo dice. Unos dedos lo han llamado, Le han pedido ellos que cante, que cuente su profundo dolor. Un viejo piano lo acompaña, también él canta amargamente, lo que le han dicho que cante. El hombre llora en sus teclas el viejo drama que lo quema. Se acerca el violín, con un grito oscuro y bajo. Cuenta una historia larga, triste. La mano en el arco manda, la mano del hombre triste. Y allí,  cerca, casi allí con ellos, en la mesa de oscura madera, quedaron las marcas húmedas, de vasos que contuvieron lágrimas, que bebió solo, el hombre vencido. Julio 2009 Rolando José Di Lorenzo

Yo una vez fuí un niño

Yo una vez fui un niño, hace mucho, mucho tiempo.                                                                 No alcanzo a ver aquel difuso comienzo. Tenues llegan los recuerdos, Como neblinas de ayer, que no me alcanzan. Mucho andar noche y día y el camino que me trajo, lo fue borrando el viento. Yo una vez fui un niño, hace mucho, mucho tiempo . Rolando José Di Lorenzo
Bailaba con el arrullo del río y lo acompañaba con su canto. Y en cada salto que daba, se elevaba hasta una nube rosada que colgaba del cielo. Habilidades ocultas que tenía, porque nadie lo veía. Era invisible o no era, daba lo mismo, porque nadie lo veía. Sus lágrimas tristes caían al vacío, ni a la tierra llegaban. Porque nadie lo veía.

Llegó el libro " EL MARTILLO DE JOSÉ" Mi primer libro

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SIEMPRE IGUAL

SIEMPRE IGUAL              Ya desde temprano se dio cuenta Roberto, de que este era uno de esos días, que tendría que dejarlo transcurrir mansamente. No interponerse, porque desde el principio no encontró las soluciones para los problemas y si las hubiera encontrado, no sabía si hubiera tenido la capacidad para ejecutarlas. Porque si una cosa había aprendido, es que todo generalmente para él terminaba mal .     Salió de su casa sin rumbo y se encontró de casualidad con el  Morcilla y caminando despacio juntos, les sobrara el tiempo esa tarde, llegaron a Marechiare.    Luego, como no llegaban los demás de la barra, se cansaron de estar sentados allí y decidieron ir al cine. Aunque no lo tenían claro, porque no se acordaban que película pasaban. Los dos encendieron cigarrillos y Roberto, que había estado inquieto todo el tiempo, lo tomó del brazo al Morcilla y le dijo:  - Morci, no te conté….estoy sal...

Cuando me encontré con vos.

CUANDO ME ENCONTRÉ CON VOS -¡Solo te pido la verdad, no trates de engañarme! Aunque no creas que soy vos después de muchos años. Te parecerá mentira, que la vida me haya dado la oportunidad de volver, para poder hablarte, o mejor dicho hablarme- Por más que se lo aclaraba, el joven que estaba absorto. Mirándome, incrédulo y asombrado, solo atinaba a abrir la boca si emitir sonido alguno. Insistí entonces: -¿Por qué no me decís que pensás de mí y de lo que hice? Yo me acuerdo que eras muy crítico. Seguramente tendrás algo para decirme o recriminarme- En ese momento el joven, cambió su expresión y hasta con un poco de bronca, me contestó con otra pregunta: -¿Por qué no lo hiciste…que te lo impidió?- y me miró insistentemente, para que no minimizara su pregunta, para que no lo evadiera, ¿Por qué dejaste de lado todos mis sueños?- -No lo sé ciertamente, fueron muchas cosas. El camino dobló para el otro lado sorpresivamente y no supe cómo salir de el- -¿No supiste o no tuvist...

LA CULPA

LA CULPA       El barrio era para los chicos como el patio de la casa, el patio grande donde estaban todos. A veces bien, otras mal, a veces jugando, otras peleando; pero era eso, un gran patio que les pertenecía a todos y en eso no había discusión. Alfredito fue uno de los últimos que llegó al barrio, pero igual fue aceptado rápidamente, sobre todo porque le gustaba mucho jugar a la pelota. Era un chico flaquito, de piernas muy finitas, muy rápido y escurridizo, le encantaba gambetear, lo divertía, pero luego con esas piernitas, casi no llegaba al arco pateando. En el frente a frente ganaba siempre “¡Qué habilidad! Qué lindo sería ser así”, pensaba yo en esos momentos. Claro que también estaba el Morcilla Pérez, que era lo contrario, casi siempre jugaba de defensor, era grandote y negro, por eso lo de morcilla. Fuerte, eso era, sobre todo fuerte y no soportaba que el nuevo lo pasara como a un tronco en la canchita, por eso luego de dos o tres pasadas o...