LA GASEOSA
LA GASEOSA
El Negro Ferretti, había tenido que ir hasta
el centro, para comprar unos tornillos que le faltaban, para terminar el
trabajo en la caja de la camioneta de un cliente, era un día soleado y ventoso,
quizá demasiado ventoso, pero igual estaba bueno, no había humedad y no hacia
frío.
Cuando hubo terminado con su compra y
caminaba hacia su camioneta, se acordó que se habían quedado en su casa sin
gaseosas y como, a media cuadra de allí,
habían abierto un nuevo súper chino, se encaminó hacia el.
Cuando salía del súper con el pack de
gaseosas en mano, se encuentra de golpe con Jorgito, un viejo conocido, casi
amigo, de siempre, de la escuela o de salidas de juventud, pero se asombró de
verlo tan envejecido y gordo “¿Cómo podía
ser? Era unos años menor que él” - Pensó el Negro enseguida.
- ¡Negro! – exclamó Jorgito – ¿que haces por
acá?
- ¡Jorgito tanto tiempo! – Respondió el Negro
– Nos quedamos en casa sin gaseosas y me mandaron enseguida a comprar, viste
como es eso.
- ¿Gaseosas?, no Negro, ¡Eso hace mal! Y la normal, para colmo, que tiene azúcar, Negro eso te engorda y te
hincha
- Bueno tampoco tomo tanto Che, no me digas que vos no tomas –
- ¿Gaseosas?
No, yo tomo vino
- Y me decís a mí, fijate como estas de gordo
¿no será por el vino? – El Negro le respondió con una broma
- ¡Noo! Esto es por la Cerveza – señalándose
la panza
- Haa, entonces el vino se te nota en la
nariz de payaso, jajajaja
- No loco, esto es por el whisky
La
cosa se ponía pesada y el Negro ya se sentía molesto por el tema y el tiempo
que estaba perdiendo, se disculpo por lo dicho y cuando se estaba por despedir, a Jorgito le dio un ataque de tos importante
y el Negro sorprendido le preguntó:
- ¿Andás con bronquitis?
- Crónica, pero es por el cigarrillo, fumo
mucho, Negro
- Bueno, ¿las tenés todas no?
- Y si, soy un poco blando conmigo.
Entonces
El Negro, un poco más conmovido por los vicios de su amigo y tratando de
encontrar algo positivo en su vida, como para terminar la conversación, le
dijo:
- ¿Y como anda todo lo demás?
- Como la mierda Negro, viste que me estaba
construyendo una casita, bueno la tuve que vender en obra nomás, no la pude terminar.
- ¿Que pasó? ¿Por la inflación?
- ¡Noo! El juego Negro, el juego, de a
poquito me fui metiendo, gane varias veces y luego vino la mala y duró mucho,
me quedé seco.
- ¡Que cagada Jorgito! ¿Y ahora?
- Estoy alquilando, que le voy a hacer.
El Negro muy molesto por sus preguntas que
todas tenían respuesta dramáticas, le preguntó amablemente:
- ¿Y el laburo, como anda? Vos estabas en una
empresa constructora ¿no?
- Lo perdí, hace como 3 meses, todavía tenía
la casita en construcción, lo que pasó, es que de a poco, me iba llevando
alguna cosita que me hacía falta y que por el maldito juego no podía comprar y
me pescaron. No sabés, el trompa
estaba como loco.
- ¿Te rajaron por unas cositas nada más?
- Que se yo, tenía la camionetita cargada con
cerámicos, viste, para todos los pisos, no lo pude ocultar y soné.
- Que lo parió, te pasó de todo.
- Viste, te repito, es que soy medio débil
con esas cosas, me vencen fácilmente.
Por
último y asegurando en su mano el pack de gaseosas y luego de decirle a Jorgito
que se le hacia tarde y que tenía muchas cosas que hacer todavía, el Negro le
preguntó casi con miedo:
- ¿Y tu mujer, esta bien? Mandale mis saludos
- Va a ser difícil, porque la gorda me dejó,
hace unos días, se cansó Negro, se cansó
- ¡Y como no se va a cansar!, con lo de la
casa, el trabajo, la bebida
- ¡Nooo!
A eso, la pobre se había acostumbrado, fue por las minas Negro, las
minas, no me puedo contener.
Ya era demasiado, había superado todo, el
Negro dio media vuelta y se encaminó hacia la camioneta, mientras, lo saludaba
con la mano, cuando estaba por cerrar la puerta, escuchó que Jorgito le gritaba:
- ¡Dejá la gaseosa! ¡Haceme caso!, Negrito, eso
hace mal.
De: Rolando José Di Lorenzo
De: Rolando José Di Lorenzo
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