El contrabando— Luciano Doti, Rolando J. Di Lorenzo, Ada Inés Lerner
El contrabando—
Luciano Doti, Rolando J. Di Lorenzo, Ada Inés Lerner
Anclaron en la bahía
para dejar mercadería en tubos de vidrio opaco que había comprado un
importador. La carga iba en un gran refrigerador que tenía el barco de bandera
sují, capitán ruso y navegantes de diversas procedencias. Los tripulantes no
supieron hasta el momento de descargar de qué se trataba, pero esa ignorancia
no los salvaba de ser cómplices según la policía local. Al saberlo algunos se
refugiaron en la selva. El capitán no aceptó responsabilidad alguna y el seguro
negó.
No era ése el mejor
país para quebrantar la ley de contrabando. El gobierno, a cargo de un
autócrata, trataba esos asuntos con mano de hierro. Inmediatamente se ordenó
que un grupo de tareas de la policía saliera en busca de los fugitivos. La
selva se convirtió en el teatro de operaciones de una persecución de
características cinematográficas. Mientras,
en el puerto, tanto la nave como la controvertida carga eran custodiadas por
otro grupo de la misma policía.
Dentro de los tubos, se
encendió una luz azulada, Los vidrios comenzaron a estallar saliendo de ellos
unas larvas azules que se retorcían por la bodega. Crecieron hasta ser del tamaño de los policías,
convirtiéndose en seres voladores, estos al verlas corrían desesperados pero
igualmente eran devorados. Volaron hasta el bosque arrasando con todo ser vivo,
era una manga de langostas gigantes experimentales, adquiridas al estado líder del mundo por
un estúpido importador creyendo hacerse rico con una nueva droga.
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