Y DE PRONTO LLEGÓ - Del libro: El Martillo de José
Y DE PRONTO LLEGÓ
“Si alguien me necesitara, solo una vez,
solo por un rato, ser importante para alguien”
Así pensaba lastimeramente Lito.
Un flaco tímido que andaba por la vida, con muy poquito. Muy poquito para dar y muy poquito para
recibir. Pero a
pesar de todo, se tenía confianza, que algo le iba a pasar algún día.
Y una vez le pasó, se quedó atrapado en los
ojos de una morocha, si, hasta a Lito le llegó el momento. Y como en la vida todos son momentos, uno
tras otro, fácilmente se pueden dejar pasar, por distracción o por negligencia.
Pero él se dio cuenta inmediatamente y se aferró a la ilusión
con uñas y dientes, era la única forma de salvarse, salvarse del abismo de la
soledad para siempre y claramente decidió que haría lo necesario y más aún, con
tal de lograr vivir el amor.
Pero previsor ante todo, averiguó todo lo
que pudo sobre ella, no le fue difícil, porque era una chica conocida en el
pueblo, de buena familia y hasta con plata, aunque eso era lo de menos para él.
- Alba (así se llamaba la morocha) ¿te puedo
acompañar? – le dijo Lito, que la esperó a la salida de la misa del domingo y
él mismo se sorprendió, porque no le salio la pregunta con su habitual voz
temerosa y débil, ¿De donde había sacado el coraje para hacerlo?
La chica, que aún estaba hablando en la
puerta de la iglesia con una amiga, lo miró inquisidoramente, claro que lo
conocía, pero solo de verlo por la calle o en algún bar o en un baile, pero no
se imaginó que le hablaría o que le propondría algo.
- Yo voy para casa ahora, si querés vení
- y allí nomás lo enlazo con la mirada,
justo del cuello, ajustándoselo lentamente, cada segundo que pasaba.
- Claro que quiero, te acompañaría hasta el
mismo infierno – Entonces se dio cuenta de que aún estaban en la puerta de la
iglesia.
- OH…perdón,
fue un chiste...No, no fue un chiste...bueno, tomalo como quieras, pero vamos.
Ella lo miró sonriente y comenzó a caminar,
el flaco con el rabillo del ojo le veía las caderas que se movían
acompasadamente a cada paso sensual que ella daba y no lo podía creer, y
pensaba: “yo voy caminando al lado de Alba”
¿Dónde cuernos estaban los
muchachos del Club? Carajo, ningún
conocido o amigo, alguien que fuese testigo, o alguno que luego le dijera que
eso era cierto, que no era un sueño. Él
caminaba al lado de ella y con su consentimiento. Cuantas cosas se pueden pensar en pocos
segundos, pero ojo, también tendría que hablar, porque nada peor que un
silencio prolongado para comenzar una relación
- ¿Poca gente anda hoy por la calle? – En
realidad no había querido decir eso, pero bueno algo era algo y había comenzado
a hablar
- Y…Se acerca la hora del almuerzo y los
domingos son sagrados para la familia –
No, no, esa
voz no podía salir de un boca común, ni ninguna cuerda vocal corriente podía
dar esos tonos profundos y aterciopelados, pensaba y sentía Lito. No sabía con que seguir y cuando esto le
pasaba, a continuación vendría la boludes más grande.
- Si, los domingos son así, en casa también –
dijo asustado, porque le salió así, no era la verdad, él vivía solo, no había
nadie en su casa, porque se había ido del hogar de los tíos que lo habían
criado y que le habían dado cobijo hasta hacía poco.
- ¿No vivís solo vos? - le dijo la morocha, mirándolo fijamente (Como
un, a mi no me mientas)
- Eh...Si, si, ahora si, pero antes… - Que
macana, un punto en contra, pensó, pero y ahora que, como saldría de esta y
entonces se dio cuenta de que la vida le jugaba a favor, la cancha se inclinaba
un poco hacia su lado
- ¿Mira quien va allí, no es tu prima? - señalando con una inclinación de cabeza a un
gordita simpática que cruzaba por la esquina
- Si ¿Y vos como sabes que esa es mi prima? –
le pregunto con curiosidad
Él sabia tantas cosas de ella y también
sabia que a esa prima no la quería, no sabia porque, pero le tenia bronca.
- Que no se yo de vos, mejor preguntame - le contestó metiendo la pata, pero ya estaba,
había salido de la anterior y ya se metía en otra.
Alba, se hizo la que no se dio cuenta y
siguió caminando con menos prisa de lo esperado, “¿Que me esta pasando?” pensó,
“Le estoy dando mucha bola a este flaco, pero esta bueno, es lindo” y siguió elucubrando:
“Y es gracioso, pobre con lo tímido que es, como se esfuerza”
- Mirá vos…Ya estamos llegando a tu casa, se
hizo corto el paseo ¿no? -
Se detuvo
delante de ella, como si no la quisiera dejar pasar y le dijo
- ¿No podemos vernos luego a la tarde? ¿Vamos
a tomar algo, o al cine?
Alba lo miraba y seguía ajustando el lazo
alrededor de su cuello “Que haría con este flaco, que además ni se acordaba
como se llamaba” “Luego no, porque seguramente la tomaría por una fácil” seguía
pensado
- Hoy no puedo, pero nos vemos, en la semana,
o el próximo domingo
“¿El próximo
domingo? No, no podía ser, por supuesto que de no ser antes si, si fuese
necesario iría a la iglesia y le rezaría a todos los santos que allí
estuvieran, daría dos vueltas” Pensaba apurado y molesto Lito
- ¿Mañana no vas a pintura? Yo te puedo
esperar a la salida – Le dijo confiado. Con esto ella se terminaría de dar cuenta que
él sabia todo lo que ella hacia, pero bueno, si, las cosas son así, estaba
enganchado, era como si sintiera un lazo alrededor de su cuello, la mina lo tenía
enlazado.
- ¿Vos estudiaste todos mis pasos, no? – Le
dijo Alba casi riéndose – Si, puede ser, mañana cuando salgo de pintura, como
vos decís, nos vemos, chau.
Dio media vuelta y caminó lenta y
sensualmente hacia la puerta de reja de la entrada a su casa. Lito,
mientras la miraba embobado, se decía a si mismo “¿Cómo podía estar metida
dentro de esos pantalones?”
Cerró la reja, recorrió el camino de lajas
negras y sin darse vuelta, levanto la mano derecha y sacudiéndola hacia los
costados a modo de saludo (Esto lo había visto seguramente en el cine) se metió
dentro de la casa y se apagó el sol, todo se volvió gris, aburrido, largo, sin
sentido, así sintió Lito la desaparición de la imagen de Alba.
Cuando comenzó a recorrer el camino de
regreso, en realidad pensaba: “¿regreso a donde?” La
alegría comenzó a invadirlo, se iba dando cuenta de que las cosas andaban bien,
la morocha le estaba dando bola, sin darse cuenta se esta riendo, solo,
caminado por la calle, solo le faltaba bailar. Como en los musicales de Hollywood, ir
saltando por los cordones, aunque no lloviera, e insistía pensando: “Lastima
que no se había cruzado con ningún conocido, esto tendría que haberlo visto
todo el mundo”
Caminaba distinto a como caminaba
habitualmente, se movía como él no lo hacía antes, canturreaba una canción
pegadiza, como nunca lo había hecho, debería ser porque se sentía otro. Otro Lito habitaba en él ahora, un Lito que era
más Lito que antes y eso que dentro de él,
ya habitaba también ella, Alba.
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