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Mostrando las entradas de febrero, 2014
UNA NOCHE CALUROSA
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UNA NOCHE CALUROSA Era de noche y él caminaba lentamente, recorriendo las calles oscuras, ensombrecidas por las copas de los árboles. La temperatura era alta para esa hora, era un buen verano. Ella había salido de su casa temprano, para encontrarse con sus amigas en el bar y de allí a la salida habitual de los viernes, cine y luego comer algo. Caminaba apurada, nerviosa, no le gustaba andar de noche sola, pero no había conseguido taxi y tenía que andar más de 5 cuadras hasta llegar a la avenida principal. Para colmo con la vereda destrozada, solo podía mirar hacia abajo, para no caerse. Cuando llegó a la primera esquina, se encontró de golpe con él. Se sobresaltó y hasta sintió miedo, en realidad a los dos les pasó lo mismo. A él, el encuentro repentino lo sacó de sus pensamientos y atinó a tirar el cuerpo hacia atrás, gracias a eso no la llevó por delante. Ambos alarmados, se miraron unos instantes y comenzaron a aflojar la tensión, aunque la adrenalina cor...
PERDIDO
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PERDIDO Caminaba entre sombras, aunque fuese de día. Lo arrastraban los vientos de cualquier cuadrante, aunque el día fuese calmo. Se agotaba subiendo y subiendo, piedra tras piedra, aunque caminara por la arena de la playa. Le pedía al río cantando, que le devolviera amores que nunca tuvo. Y así, andando solo y perdido, se fue volando entre negras nubes de tormenta, en el día más claro .
SOLOS
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SOLOS Estaba sola, allí cerca, pero lejos. Él solo, también cerca y lejos. Era imposible verse, hablarse. Solo estaban para ellos, dentro de ellos y solos. La angustia de la soledad, no los dejaba verse. Las lágrimas de la tristeza obnubilaban sus ojos. Cada vez más solos y más adentro. Cada vez más empequeñecidos, iban desapareciendo lentamente y seguían solos. Se iban deshaciendo. Los dos estaban cerca, lejos y solos y no se vieron. En el instante final, se miraron, pero fue tarde. Ya no estaban.
REENCUENTRO
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REENCUENTRO Él sabía bien a qué iba, solo él lo sabía. Los demás lo podrían sospechar, o imaginar. No viajaba por nada, era un viaje largo, muchos kilómetros, con mucho más tiempo para pensar, que lo que hubiera querido. Lo hacía específicamente para que el reencuentro se realice y cuando alguien como él pone algo en marcha, no iba a faltar nada para que se diera. Y esa última, diminuta nada desapareció en cuando llegaron a la villa y lo vio. Si, parecía él, allí estaba. Estaban los dos, como hacía mucho. Antes de avanzar, esperó por una mirada de ese casi desconocido, por un movimiento de las curtidas manos de ese hombre. La voz, o la forma de hablar y eso pasó. Y entonces lo reconoció. Estaba detrás de esa vieja y áspera máscara. No como antes, porque nada ni nadie es como fue. Solo nos parecemos a lo que fuimos. De pronto, en ese pequeño instante, todo estalló en colores y el gris dejó de dominar el pequeño universo. No estalló en mil colores, ...
EL ZAPATO DE PILÍN
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EL ZAPATO DE PILÍN Pilín todos los domingos a la mañana, salía con su papa a pescar, en el río que pasaba cerca de su casa. No era ese un lugar de pesca abundante, pero lo suficiente. A Alfredo, el papa de Pilín, lo que más le gustaba era estar al lado de su hijo y a este le pasaba lo mismo. Aunque todo pescado era bien venido, porque aliviaba la economía familiar, que en esos días estaba bastante mal. Alfredo trabajaba desde hacía muchos años en el mismo lugar, una fábrica de tejidos, pero la paga era cada día más baja. La economía regional y local, ayudaba a eso y los patrones no veían mejor oportunidad que recurrir a esas excusas para no aumentar los sueldos. La vieja historia del hombre pobre. Por eso, las mañanas de los domingos eran tan queridas por ambos, los acercaba y así mas juntos se sentía apoyados y confortados. Ese domingo Las zapatillas de Pilín estaban recién lavadas por su mama y además destinadas para la escuela. Entonces decidieron...
NO ME DI CUENTA
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NO ME DI CUENTA Subí las escaleras corriendo, para encontrarte cuanto antes. No podía esperar más, mis manos no tocaba el roble de la baranda, mis pies no hacían ruido sobre la roja alfombra. Estaba volando hacia ti. Cuando llegué al final, ya sin correr, caminé rápido hacia tu habitación. Carmen, la doncella, me dijo que estarías allí. Te imaginaba de mil formas distintas, pero me quedé con la imagen de tu bello rostro, leyendo una novela de amor, al lado de la ventana que da al jardín, en tu sillón de pana violeta. Te vi, allí sentada, absorta en las letras que desarrollaban la trama amorosa que anhelabas, con la suave luz de la tarde que se filtraba por las cortinas de transparentes. Tus finos dedos tomando el borde de la página siguiente, ansiosa por llegar al último renglón y poder seguir con la historia dándola vuelta rápidamente. No me animé a entrar por las mías. Suavemente toqué la madera de la puerta y esperé, esperé el sonido de tu voz diciéndome que pasara, pero t...
LA MAGIA
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LA MAGIA Mirando el fuego los vi, bailaban detrás de las llamas y era una maravilla verlos. Lo hacían casi volando, abrazados y mirándose, con una sonrisa dulce, sabiendo que se amaban, pero que además, bailaban como nadie. ¿Estaban detrás de la estufa? No, seguro que no, allí no cabían. Ginger y Fred, giraban en un jardín en blanco y negro. Caminaban los senderos, saltaban los canteros florecidos. Subían y bajaban de los bancos de plaza. La magia estaba con ellos y conmigo. Estaba en la canción que estaba oyendo: “Dancing in the dark”. Yo, seguía mirando embelesado las llamas que hacían los leños y a ellos allí, dando su espectáculo para mí. De pronto volví a la realidad, no sé, si porque el tema se terminó, o porque otra cosa llamó mi atención. Pero la estufa seguía jugando con sus llamas. Yo fui el que comencé a recorrer otro sendero. Sabiendo que ese camino no era simple de transitar. Era como el sendero amarillo de Dorothy, en “El mago de Oz”, brillante y enmarcado por fl...