NECOCHEA, tarde gris
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Mostrando las entradas de junio, 2013
Reloj
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“Se aferró a las agujas del reloj, creyendo que así cambiaría su vida, era un gigantesco reloj que encontró disimulado entre las cosas cotidianas. Tan enorme era que creyó que era el reloj que dominaba al tiempo, o mejor, Él Reloj con que el Señor lo había hecho y que luego de hacerlo, quizá se lo olvidó allí, o lo dejó para que él lo encontrara. Tiró hacía atrás las agujas con todas sus fuerzas y nada pasó. Y volvió a sufrir, porque el tiempo no volvió atrás ni un segundo” . De: Rolando José Di Lorenzo
VIEJO BAR DE LA ESQUINA
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VIEJO BAR DE LA ESQUINA Cuantas historias se habrán contado en tus mesas chiquitas, cuantas risas y sonrisas habrás visto, viejo bar de la esquina. ¿Cómo ha podido la gente triste, venir aquí a depositar su dolor? ¿Qué misterio encierran tus paredes? que sos el remanso del caminante, o el huracanado viento del oeste, que voló el sombrero del tanguero. Es la magia. Es la magia, que de golpe entra por tu puerta entreabierta de vidrios pequeños, esa por donde se asomó el enamorado del corazón roto, o el amante furtivo, alegre de su conquista vana. La magia que entra por donde quiere, o cuando quiere y todos los que están dentro de tu vientre, viejo bar, la sienten, la sufren, la gozan. Con tu raído toldo, otrora verde del frente, que protegió al mendigo aquella noche de lluvia y que también cobijo al viejo sabio, cansado de sobrevivir, o al novato en amores, que creyó que su Julieta, era aquella del balcón. Y tus luces, las del interior, que ...
LA GASEOSA
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LA GASEOSA El Negro Ferretti, había tenido que ir hasta el centro, para comprar unos tornillos que le faltaban, para terminar el trabajo en la caja de la camioneta de un cliente, era un día soleado y ventoso, quizá demasiado ventoso, pero igual estaba bueno, no había humedad y no hacia frío. Cuando hubo terminado con su compra y caminaba hacia su camioneta, se acordó que se habían quedado en su casa sin gaseosas y como, a media cuadra de allí, habían abierto un nuevo súper chino, se encaminó hacia el. Cuando salía del súper con el pack de gaseosas en mano, se encuentra de golpe con Jorgito, un viejo conocido, casi amigo, de siempre, de la escuela o de salidas de juventud, pero se asombró de verlo tan envejecido y gordo “¿Cómo podía ser? Era unos años menor que él” - Pensó el Negro enseguida. -...
¿EN QUE ESTARÁ PENSANDO?
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¿EN QUE ESTARÁ PENSANDO? Nuestro barrio, tenia un radio de dos manzanas, allí vivíamos todos. En una de sus esquinas había un baldío grande, con sus alambrados rotos, que servia de punto de reunión, cancha de fútbol, pista de acrobacias para las bicicletas y sobraban lugares para jugar la bolita o a las figuritas. Pero por sobre todo, el fútbol, ayudados por varios vecinos habíamos hecho los dos arcos con red y marcado el perímetro, era todo un lujo. A una de las calles que formaban esa esquina, a tres cuadras de allí, se le terminaba el asfalto y se convertía en una calle de tierra que llevaba hasta el río y antes de llegar a él, una gran bajada, especial para hacerla en bici a fondo. Una gran avenida asfaltada bordeada de lindas casas, llevaba a la costanera, la playa y el mar y c...
VIENTO DEL SUR
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VIENTO DEL SUR Hijo del sur, de aquel sur lejano, que nace en el doblés del azul, donde se transforma el cielo en mar. Viento del sur, el que se escapa de esa esquina eterna, por una grieta olvidada y con su furia atormenta al mar y lo incita a atacar con sus olas la lejana orilla. Esas olas que en la playa, bordan en blanco la arena oscura y mojada y hacen de la playa un lugar bravo e inhóspito. Viento del sur, que sacude el árbol espantando pájaros, desarmando nidos. Doblando las cañas hasta el piso, que esperan su calma, para levantar sus cabezas deshilachadas. Ése que le quiebra las ramas al cerezo y al jazmín y roba al pasar, los pétalos de la rosa, llevándolos lejos con él. El que lleva consigo el olor de la sal, que se pega a la piel y te hace decir orgulloso, que sos marino, porque naciste al lado del mar. Viento del sur, que viaja lejos y fuerte sin retorno, que pasa y pasa poderoso como dueño del cielo, pero no sabe volver. Viento del sur, que cua...
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Fantasmas y recuerdos Todo era como un abrir de puertas, que se encontraban una detrás de otra, en un largo y oscuro pasillo; sabia que detrás de ellas se encontraban los recuerdos de una época que quería y necesitaba rescatar pero solo eran como tristes fantasmas, que quizá quisieran quedarse para siempre, detrás de las puertas cerradas de su memoria. Los recuerdos, ya eran como viejos papeles amarillos, tan corroídos que tenia miedo de tocarlos, para que no se le desintegraran y se le perdieran para siempre.
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El otoño de su vida El sabía que estaba, en el otoño de su vida, pero lo que más le dolía era la proximidad del invierno, de ese invierno que lo sabía, triste, solitario y final . La vejes no era para él garantía de sabiduría, solo era acumulación de tristeza, nostalgia, olvidos y dolores. También sabía que estaba pagando caro lo que había hecho, o había dejado de hacer y que todo se irá con el, secretos que se llevaría escondidos en ese arcón cerrado que nadie había visto jamás y que quizá, no le interesara a nadie más que a él.
EL CANICHE Y EL PASEADOR
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EL CANICHE Y EL PASEADOR Juan, era un tipo grande ya, pero seguía siendo el paseador de perros del barrio, algo lo mantenía atado a esa actividad, que tenía desde hacía muchos años, generalmente eso lo hacían los jóvenes, pero él no sabía hacer otra cosa. Su vasta experiencia lo capacitaba, según su propia opinión, para llevar muchos perros juntos, en paseos largos. Por esos días estaba paseando entre doce y quince perros y los llevaba a lugares donde no había mucha gente, el lugar ideal, según él pensaba, era una calle paralela a las vías del tren, donde había más árboles y pastizales al lado del alambrado que las separaba las vías de la calle. Lugar poco transitado, pero más seguro para sus perros. Muchas veces a la tardecita se sintió muy solo en ese lugar, pero igualmente siguió concurriendo. Entre los perros que llevaba, iba un caniche, que era de una señora muy ele...
ALFONSO Y ALFONSITO
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ALFONSO Y ALFONSITO - Alfonsito…Alfonsito, mi vida, ¿adonde estas? Hay mucho sol mi vida – la voz melosa de Marta, salía del interior de la carpa, donde estaba cómodamente sentada en una silla, evitando el sol del mediodía. - Alfonsito… ¿estas allí bonito? No te vayas a quemar – seguía la madre tratando de obtener la respuesta de su hijo, que estaba jugando cerca de allí, pero lo suficientemente lejos como para oírla. -¡Alfonso…ALFONSO!... ¿el nene esta allí con vos? Cuidalo que no se queme mucho – la voz había cambiado, era mas dura, más áspera, Alfonso, que descansaba ya medio adormecido, a pleno sol en una reposera, escuchaba los llamados de Marta y luego confirmar que el nene estaba realmente cerca y fuera de todo peligro, con una expresión de cansancio le contesto: - Si querida, quedate tranquila, el nene esta conmigo – Mientras decía esto, pensó: “Y tiene un pote y medio de pantalla solar 5500” A tiempo que mir...