YASTO

En una mirada Se de tus alegrías calladas Sabes de mis tristezas ocultas Yo conozco tu sonrisa Vos sentís lo que yo siento En un sonido Conoces todos mis días Se de todos tus caminos Encontraste mis rincones Convivo con tus sueños En un suspiro Aún así nos sorprende Una mirada repentina Alguna tristeza perdida Algún tesoro rescatado

No, Señor no hagas más por mi, Ya me mostraste el mar, el río Me hiciste sentir el viento y el frío, Me contaste del viejo mundo tuyo Me enseñaste a subir tus montañas A descender a tus valles y caminarlos No, Señor no hagas más por mí Ya fui a ver otros mares y playas Conocí otros pueblos y otra gente Escuche toda la música y baile con ella Pero ya está, entre todas las cosas que vi, Estaba ella, la vi y ya está, no hay nada más No, Señor no hagas más por mí Todo esta hecho, todo está conmigo Ella está aquí.

El fuego en la estufa está a pleno, afuera esta el cielo cubierto y hace frío, ha llegado la hora de quedarse recostarse en sillón preferido, el habitual, escuchar la música y recordar, convivir un poco con los queridos fantasmas que siempre andan por aquí

Entonces debo creer en el destino, en mi destino, en nuestros destinos y que diferencia hay entre camino y destino, algunos dicen que también el destino se hace al andar, igual que los caminos, yo creo que el camino es mediato, transitorio y nos lleva hacia el destino que es final, que es definitivo

Estos días de lluvia, no te dejan otra cosa que hacer que ponerte a recordar, a pensar, son días para “ mirar hondo “ como dijo alguna vez Atahualpa y no muchas veces salís bien parado de esto

La lluvia te atrapa, te envuelve y te deja pegado al vidrio mojado, lleno de esos pequeños diamantes líquidos que van dejando una diminuta huella al resbalar lentamente hacia el piso.

Los techos cantan a veces cuando toca la lluvia una música suave y cansina, un sonido largo y sencillo. Una lluvia sin viento canta en los techos una suave canción, envuelta en recuerdos. Una lluvia tranquila de un otoño naciente, tierna, ni tibia ni fría, cuenta cosas lejanas. La lluvia mansa de hoy canta en los techos cansados, la misma canción de ayer aunque hayamos cambiado

Los momentos son tan distintos, tan distinta es la vida de un día para el otro, por estar llena de momentos, pero hay algunos de ellos que nos llenan la vida, solo un momento y así de repente, en un momento.

Debajo del Arco Iris, ahí esta, la esperanza, el camino verde que lleva a casa, la sombra de viejo árbol que te cubre en el verano ardiente, el viejo polar amigable que te cubre del viento frío del sur, la lluvia mansa de abril que te moja suavemente el pelo. Debajo del Arco Iris, donde estaban las mejores noches de pasión, donde estaba aquel baile casi olvidado en alas de aquella música perfecta, donde estaba la tarde de los festejos plagados de risas y de amigos. Allí debajo, donde las lagrimas ardientes que dejaron marcadas tus mejillas aquel día, se escondían, donde la furia del viento del Oeste que tiró mucho mas que paredes y techos tenía su nido, que prestó su lugar al fuego que arrasó distancias y nublo con sus columnas de humo aquel futuro que pasó rápidamente. En el cofre debajo del Arco Iris, aquel del Mago de Oz, donde estaba el mejor futuro, el mejor lugar, el mejor tiempo, donde duerme tu fantasía que despierta cada mañana y sigue estando en vos, en e...

Allí está el hombre, solo Con un viejo jean y su remera Con una copa en la mano, Solo por el sabor del vino viejo Y algún aroma del pasado. Y la música, un viejo tema, Sinatra Cargado de swing y nostalgia Y el hombre se olvida del mundo Está solo, pero cada vez más solo, Ya por el mismo placer de estarlo. De a poco comienza a moverse, Casi imperceptiblemente Bailando lenta y calladamente Ese ritmo lleno de fantasmas, De queridos recuerdos de otros días. Y es todo tan bello, Solo el y su recuerdo. 25/10/04

Le duele muy adentro al bandoneón el quejido que deja salir lo dice. Unos dedos lo han llamado Le han pedido ellos que cante, que cuente su profundo dolor Un viejo piano lo acompaña, también el dice amargamente lo que le han pedido que diga. Un hombre llora en sus teclas el viejo drama que lo quema. Se acerca el violín que grita con un grito oscuro y bajo. Cuenta una historia larga, triste. La mano en el arco manda, la mano del hombre vencido Y allí, cerca y distante, en la oscura mesa de madera. Solo quedan las marcas húmedas de vasos que contuvieron lágrimas, que bebió solo, el hombre triste. Julio 2009